Cambio de planes

Echarle la culpa de la derrota al árbitro sería ir demasiado lejos. Pero no se puede negar que la credulidad del brasileño Sandro Ricci para comprar el buzón que le vendió Federico Santander y que desembocó en la injusta expulsión de Luciano Lollo, alteró significativamente el curso de los acontecimientos y obligó a a Racing a cambiar de planes sobre la marcha. Abroquelándose en el fondo, la “academia” se las arregló para aguantar un 0-0 que le venía muy bien, pero no pudo evitar que a cinco minutos del final se viniera todo abajo por el zapatazo de Julián Benítez desde afuera del área.

Mientras fueron 11 por lado, Racing jugó con la obligación de los guaraníes y mantuvo la situación controlada en esa letanía que fue el primer tiempo. Hasta se atrevió a probar al arco, por medio del siempre peligroso Gustavo Bou. Pero al minuto 41 llegó el volantazo. El árbitro le vio forma de codazo a un brazo levantado de Lollo y lo mandó a ducharse. Con uno menos, Diego Cocca no vio otra salida que sacrificar al capitán Diego Milito para reforzar el fondo y sostener el arco cerrado como fuera. Le confió todo el peso del ataque a la voluntad de Bou, que hizo lo que pudo pero se quedó demasiado solo y no pudo volver a inquietar.

Cediendo pelota y terreno, lo de Racing fue bancar la parada con nueve hombres atrás, y estuvo a cinco minutos de lograrlo. Pero apareció el villano Benítez para clavarla cruzada desde afuera y dejar a la “academia” con 90 minutos para darlo vuelta. Parece mucho, pero a vez también poco.