Vísperas de la rebelión

Vísperas de la rebelión

Preludios del alzamiento porteñista de 1880.

JULIO ARGENTINO ROCA. Relieve que conserva el museo de la Academia Nacional de la Historia. la gaceta / archivo JULIO ARGENTINO ROCA. Relieve que conserva el museo de la Academia Nacional de la Historia. la gaceta / archivo
En 1879, el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, preparaba una rebelión armada. Quería derrocar al presidente Nicolás Avellaneda e impedir así que otro tucumano, Julio Argentino Roca, triunfase en las elecciones presidenciales del año siguiente.

Entendía Roca que era preciso enfrentarlo. Afirmaba: “tenemos que salvar en esta lucha la dignidad del Gobierno de la Nación, que quiere humillar un gobernador estrafalario; la nacionalidad argentina, que nos cuesta ya setenta años de luchas y sacrificios; y el orden y la paz de la República, que es la suprema aspiración de los pueblos. Tenemos los medios, la decisión y el coraje necesarios para salir victoriosos de esta batalla, la última probablemente que damos por constituirnos”.

Publicó esta carta el historiador Alberto G. Padilla. En otra, del mismo origen, Roca decía que “la insolencia y atrevimiento de Tejedor no reconocen límites. La autoridad del Gobierno de la Nación es humillada, deprimida y ajada a cada paso”. Criticaba la tolerancia del presidente, frente a “aprestos militares que hacen con el mayor descaro, a la luz del día”, y el hecho de que sus pasquines proclamen “el derrocamiento del presidente como la cosa más natural y lícita del mundo, en nombre de las libertades de Buenos Aires que no tienen más enemigos que ellos. ¿Qué nombre se puede dar a estos escándalos?”

Como se sabe, Roca ganó holgadamente las elecciones, y Tejedor se lanzó en la sangrienta aventura revolucionaria de 1880, que fue sofocada enérgicamente por la autoridad nacional. Esta resolvió, poco después, que la Capital Federal se instalaría en Buenos Aires.

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