Números en guardia
Desde hace décadas hay una consigna grabada a fuego en la sociedad tucumana, que aconseja que si ocurre un accidente o si una urgencia pone en peligro tu vida hay que ir al Hospital Padilla. Con el tiempo, este centro asistencial se ha convertido en el radiógrafo de la sociedad tucumana. De alguna manera el buen y mal comportamiento de los ciudadanos ha quedado estampado en los registros. En esos papeles figura claramente que la inconducta, la imprudencia y el desinterés por la vida -propia y la del prójimo- contribuyen a una degradación de los habitantes de nuestra provincia. Los números patentizan que un esfuerzo nimio ayudaría a cambiar.

El año pasado llegaron a la guardia del hospital unas 88.913 personas. Menos del 10% de ese total no pudo llegar por sus propios medios a la consulta; se acercaron obligados por un accidente de tránsito. Fueron 3.657 consultas cuyo origen fue un choque.

Las autoridades responsables del servicio de Epidemiología y de Estadística del hospital calculan que a causa de los trastornos del tránsito en calles y rutas, todos los días llegan un mínimo de cuatro personas accidentadas y un máximo de 26. No hay día en el año en el que el tránsito no deje a alguien lesionado en el hospital.

Lo curioso es que ese mínimo de personas se produce siempre a fin de mes. El registro máximo es privilegio de la primera quincena, que es cuando los tucumanos han cobrado sueldos y tienen la posibilidad de acceder a una mayor cantidad de cumpleaños y otros tipos de festejos.

Como en muchas cuestiones el género no admite el criterio de igualdad. El 72% de los accidentados son varones. Y, lo más triste es que la prudencia es un don que los mayores no han sabido o no han podido transmitir a sus descendientes, por eso es que de 60 de cada 100 personas heridas por siniestros de tránsito tienen menos de 30 años.

Los accidentes también tienen sus días preferidos. Eligen principalmente los sábados y los domingos. El 44% de esos siniestros ocurren el fin de semana y tienen dos horarios centrales que coinciden, lógicamente, en las horas previas al comienzo de las grandes fiestas y, obviamente, al regreso de ellas. Por eso es bueno evitar la guardia del hospital entre las 20 y las 23 y entre las 4 y las 8 de la mañana, porque va a estar muy concurrida.

Futuro en estado grave

Lamentablemente los números hasta aquí descriptos dejan claro que el prototipo de la persona que llega al hospital a la madrugada o antes de la medianoche es un joven de menos de 30 años que se accidentó circulando en un auto o en una moto. El 80% de esos chicos, que no son otra cosa que una vida en estado latente, alegría y futuro, aterrizan en el nosocomio con traumatismos múltiples y con traumatismos intracraneales. Los especialistas que manejan estas estadísticas han detectado que el 30% de esas lesiones son graves. En síntesis, el 30% del 80% de chicos menores de 30 años llegan al hospital con riesgo de muerte nada más que por un accidente de tránsito. Y no hay que olvidar que entre cuatro y 26 casos de estos pueden pasar hoy, mañana o todos los días del año.

En las carpetas no es el único 80% que causa alarma. Ese porcentaje figura en el listado de los medios de transporte en los cuales circulaban los accidentados. El 80% estaba andando en moto. Pero lo más curioso de los datos es que la mitad de los accidentados terminó en el hospital sin ni siquiera haber tenido una colisión, es decir no sufrieron un choque. Una cuarta parte de aquel 80% terminó en el nosocomio porque el motociclista chocó contra un auto o una camioneta y hay un 15% que chocó contra otra moto.

Los motociclistas no tienen paragolpes. Sus propios cuerpos son los que amortiguan los golpes sufridos. Por eso es obligatorio el uso del casco, sin embargo el 75% de los motociclistas accidentados cuando chocaron no tenían puesto el casco en sus cabezas, cuando mucho lo llevaban colgando de un codo.

La pregunta que da vuelta desde el principio es qué lleva a nuestros jóvenes para que en vez de lucirse detrás del volante (experiencia que suele ser heredada de los mayores) terminan siendo cuerpos endebles en su control. Respuestas hay muchas, pero en el hospital Padilla han podido constatar que el 25% de los accidentes ha tenido como causa principal el alcohol o la droga. Felizmente, el 69% de los contusos o heridos fueron dados de alta; sólo un 13% terminó internado y el 1% murió.

Para cualquier nosocomio el hecho de que un paciente sienta que es el mejor lugar en caso de sufrir una emergencia siempre es un sinónimo de eficiencia y de confianza. Para una sociedad tener este precepto es un atraso. Cada una de estas cifras podrían reducirse con la prudencia, con la buena educación y con la prevención. Los ciudadanos codo a codo con los controles estatales es una imagen difícil de ver, pero necesaria si se apuesta al futuro.

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