Partida de TEG

Partida de TEG

El acuerdo entre Cano y Amaya entra en su tramo final. Alperovich le dio a Scioli un regalo de multitud y el presidenciable prometió obras. Una política binaria empieza a perfilarse en el horizonte. Ansiedades que traen errores

La decisión está tomada. El pacto está sellado. En las próximas horas habrán firmado el acuerdo. En estos momentos en los que usted está leyendo estas líneas ya tuvieron un nuevo contacto. Como esos viejos boxeadores que cuando termina la pelea se abrazan, no pueden evitar la desconfianza. Cuidan cada gesto. Le temen a la foto, ese documento histórico que queda para siempre. De ahí ya no habrá vuelta. Si la hubiere, habría papelón. José Cano y Domingo Amaya están convencidos de que el alperovichismo es el enemigo a vencer. En privado, a veces con pruebas y otras sin documentación, Cano dice que hay que sacar a esta gente para frenar tantos excesos e irregularidades. En voz muy baja, casi en secreto, Amaya confiesa su desilusión con el oficialismo actual. Reconocen tener la misma animadversión hacia quienes ejercen el poder en Tucumán y comparten la sensación de que juntos son invencibles. Más de una encuestadora se animan a darles la razón. Poliarquía, empresa que fue contratada por el canismo, dice tener sondeos en los que Cano y Amaya juntos suman un 48% de intención de voto. La última encuesta del PRO arriesga que unidos llegan al 51%. No aparecen los números oficiales que según dicen sólo los tiene, los ve y los comenta José Alperovich. Los “sijosesistas” que anduvieron cerca del gobernador niegan aquellos datos. Según ellos la fórmula oficialista está ganando por cuatro puntos, pero aclaran que si sus rivales se juntan se acercan mucho.

Proyecto vs. comportamiento
Alperovich vivió una semana complicada. La posibilidad del acuerdo de Cano con Amaya lo pone incómodo. Tanto que lo hizo cometer un papelón. Salió a decir que iba a modificar las reglas electorales para que no se pudiera ser candidato testimonial ni doble candidato. “La ley Cano” la denominó un experto en estos temas como Juan Manuel Asis. Le bastaron tres palabras para definir la intencionalidad oficialista de molestar y alterar los proyectos de Cano que hasta entonces podía ser candidato a senador (en los comicios nacionales del 9 de agosto) y a gobernador (en las elecciones provinciales del 23 de agosto). El anuncio se hizo con el justificativo de que se ponía transparencia y se transmitía calidad institucional y terminó siendo un síntoma de debilidad. Ya es tarde. Si no se hizo durante 12 años por qué creer en esa intención. Al contrario el alperovichismo hizo uso y abuso de las candidaturas testimoniales (Manzur y Jaldo, principalmente) por lo tanto hasta terminó siendo un reconocimiento de la falta de calidad institucional.

El proyecto no había nacido y de las bibliotecas empezaron a caer argumentos. Los conocedores de los ardides electorales advirtieron que no se podían cambiar las reglas de juego cuando el Poder Ejecutivo ya había convocado a elecciones y el cronograma ya estaba en marcha. Los más políticos y leguleyos se animaron a citar los Derechos Humanos y el Pacto San José de Costa Rica porque estaría privando de la libertad a los ciudadanos de ser electo tal cual lo permite la Constitución de la Nación.

En medio del fragor de la pelea sonó el gong. Alperovich se fue al rincón y la visita de Daniel Scioli fue el agua fría y refrescante. Le ofrendó un acto que según los sciolista convocó a 50.000 personas y según los alperovichistas a 40.000. Los menos eufóricos dicen que fueron un poco más de 30.000. De todos modos bastaron para que Alperovich y Scioli soltaran sus lágrimas y firmen un acta donde Scioli le promete a los tucumanos hacer varias de las obras que no se hicieron. El gobernador bonaerense aterrizó sonriente porque siente que la presidenta Cristina Kirchner está dispuesta a jugar y no a ponerle piedras en la rueda. De alguna manera la orden de que se bajen candidatos y que varios gobernadores hayan explicitado su apoyo alientan a Scioli a romper el maleficio que dice que ningún gobernador de Buenos Aires puede saltar a la Presidencia de la Nación.

Oficialismo vs. oposición
No hace mucho, varios de los que hoy ya son dirigentes de las fuerzas vivas tucumanas al igual que los chicos de hoy se pasaron horas jugando al TEG (Tácticas y Estrategia de la Guerra). Cada uno tenía una carta que le daba el objetivo y de no poder ser cumplido había que destruir al ejército de la derecha. Cano y Amaya tienen el mismo objetivo. Ayer el candidato del PRO, Manuel Avellaneda volvió a leer su cartón. Vio que no pueden cumplir con el objetivo y se bajó de la candidatura a gobernador. El tablero de Tucumán va quedando muy claro: alperovichistas vs. antialperovichistas.

En este TEG, el alperovichismo pone todas sus fichas en el interior. Cano y Amaya, en la Capital. En el escenario, tal cual lo han hecho con la firma del acta con Scioli, el oficialismo promete obras y subraya las que se hicieron; los otros esperan que una vez firmado el pacto sellen tres o cuatro ideas fuerza que ya se denunciaron y que prometen borrar. Enumeran –aún en voz baja- el enriquecimiento de políticos, los números poco claro de la Cámara y señalan más calidad institucional. “Hay que normalizar la anormalidad”, repite Cano en los actos.

Los alperovichistas están seguros de que cada voto es responsabilidad de cada puntero. Para ello necesitan muchos millones para convertir cada territorio en la irreductible Kamchatka del TEG. Los opositores manifiestan que los votos ya están. Hay que cuidarlos. Para ello hace falta una mejor comunicación y muchos millones, aunque menos que los que requieren aquellos.

El “sijosesismo” entra en la recta final de los 60 días convencido que el voto es el resultado de muchos dirigentes que traccionan la fórmula. Para los antialperovichistas se trata de un voto más pensado y con algo de bronca.

En el TEG la abundancia de fichas y las tomas de países dependen del azar de los dados. En esta Argentina siglo XXI los dados están cargados y los maneja la Nación. Por eso Amaya no atiende los teléfonos. Cuando los atiende todas las voces son Carlos Zannini o Aníbal Fernández que tratan de sacarlo del juego en el que se ha metido.

Dibujo vs. foto
Una vez que Cano y Amaya estrechen sus manos y el dibujo se convierta en foto vendrán nuevos problemas. El intendente ya no recibirá llamados, tampoco algunos fondos que oxigenan sus arcas. El radical también tiene una cantidad de candidatos que, si prospera el acuerdo, pueden quedarse de a pie, como la senadora Silvia Elías de Perez, que ha hecho de su postulación a intendenta un bastión. Es como esos jugadores de TEG que lograron ocupar Oceanía y la convirtieron en infranqueable. Cano deberá utilizar la diplomacia para convencerla que el proyecto del un acuerdo político antialperovichista tiene prioridades.

El massismo, en tanto, se desmorona. Ya no es la fuerza que era en diciembre. La cercanía de las elecciones va polarizando todo. Macri y Scioli se separan de los otros presidenciables. En el Frente para la Victoria se quedan Scioli y Randazzo. En Tucumán también las candidaturas caen como las hojas de otoño. Mientras Massa estudia cómo seguir en este camino fangoso, trata de hacer valer las posiciones que todavía le quedan y pueden servir para un futuro balotaje. Lo mismo ocurre con Gerónimo Vargas Aignasse, que por ahora reagrupa fichas, pero sabe que en este TEG de política binaria van quedando tropas de alperovichistas o de antialperovichistas por sumar.

Rating vs. ley
Sólo quedan días para la decisión final. La semana que se fue trajo a Scioli, la que ya empezó, dejará un nuevo gobernador en Salta y fletará a Macri y a Massa a estas tierras. Cada vez habrá más nervios y menos margen para los errores. Los políticos los saben y miden sus pasos y hasta los colores de la ropa y por un voto o por el mísero punto de una consultora son capaces de cualquier cosa. Así lo demostraron tres de los que podrían ser presidente de los argentinos. Scioli, Macri y Massa hicieron morisquetas y se prestaron al circo de Marcelo Tinelli, pero lo que es más grave le hicieron un guiño para que presida la AFA cuando el reglamento se lo impide. Un mal mensaje de quienes quieren presidir el país y por un segundo de fama son capaces de no respetar el reglamento.

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