Garnier, un especialista en evitar goles

Garnier, un especialista en evitar goles

Cuando el equipo va al ataque, el volante se queda atrás y hace del trabajo sucio una religión.

EL “ADUANERO”. Garnier intenta frenar con el pecho el balón ante la mirada de un sorprendido Julián Fernández. foto de matías napoli escalero (especial para la gaceta) EL “ADUANERO”. Garnier intenta frenar con el pecho el balón ante la mirada de un sorprendido Julián Fernández. foto de matías napoli escalero (especial para la gaceta)
07 Mayo 2015
BUENOS AIRES (Andrés Burgo, especial para LG Deportiva).- En cada partido hay decenas de jugadas que pasan desapercibidas, y no por eso son menos importantes. Anoche, en el primer partido con frío de una temporada a la que le espera todo el invierno y recién se resolverá en el calor final de la primavera, Pablo Garnier tuvo una aparición que podría valerle el monumento a la “jugada desconocida”.

Atlético estaba volcado en ataque -una rareza en el partido y una absoluta rareza en el segundo tiempo- durante una jugada con pelota detenida. Los centrales, Franco Sbuttoni y Bruno Bianchi, se habían ido de aventura al área rival, por lo que Garnier se quedó como último hombre, una especie de seguro de emergencia final.

La defensa de All Boys rechazó enseguida y estuvo a punto de armar un contragolpe que habría terminado en gol si no fuera porque Garnier, como líbero en mitad de cancha, llegó un segundo antes que el delantero local. Fue un gol invisible del mejor jugador de Atlético.

Motor afinado
“Me sentí bien en un partido muy difícil. Las canchas chicas no nos convienen, y la de All Boys es muy chica. Ellos nos presionaron mucho en el segundo tiempo y perdimos las conexiones. No habremos jugado bien pero el punto vale”, dijo Garnier, que además mantuvo el equilibrio de la fuerza a pesar de jugar amonestado desde el primer tiempo.

“Es muy difícil medirte cuando ya tenés una tarjeta amarilla”, explicó el jujeño, que luego agregó. “Te tenés que contener y así es complicado. En el segundo tiempo hubo una jugada difícil con el tucumano de ellos (Emanuel Perea) y algunos pidieron que me amonestaran por segunda vez, pero Echenique se dio cuenta que no hubo mala intención”, cerró Garnier, la única claridad del partido, y no sólo por su color de pelo sino por lo que le aporta a un Atlético, que a veces se olvida que no solo hay que defender sino también atacar.

Garnier hace su parte. Hace goles silenciosos que suman a favor del equipo.

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