Diez remedios medievales que eran peores que la enfermedad

Diez remedios medievales que eran peores que la enfermedad

Los sanadores de hace unos pocos siglos a menudo prescribían soluciones impensables hoy en día.

BICHOS. Las sanguijuelas se usaban para limpiar la sangre. FOTO TOMADA DE COOKINGIDEAS.ES BICHOS. Las sanguijuelas se usaban para limpiar la sangre. FOTO TOMADA DE COOKINGIDEAS.ES
06 Mayo 2015
¿Les tenés miedo a las vacunas? ¿De pequeño odiabas que el médico te metiera un instrumento en la boca para verte la garganta? Pues estas prácticas "terribles" parecen inocentes al lado de las que implementaban en la Edad Media. Hace unos cuantos siglos, cualquier problema de salud se intentaba solucionar mediante algún remedio que hoy se consideraría mucho peor que la enfermedad.

Los sanadores medievales a menudo prescribían soluciones impensables hoy en día, por mal que esté la salud pública. ¿Estarías dispuesto a tomar polvo de momia?

Sanguijuelas

Estos pequeños bichos protagonizaban las supuestas curas de los más humildes. En teoría, servía para limpiar la sangre. Las sanguijuelas chupaban todas las enfermedades que pudiera tener una persona. Al parecer son útiles para la trombosis o la artritis y combaten la formación de coágulos.

Sangría

Es una forma depurada del uso de sanguijuelas que se mantuvo hasta el siglo XIX. Se utilizaba para drenar el cuerpo humano y eliminar todo lo malo, al estilo de las sanguijuelas. Un pequeño pinchazo y la sangre fluía, fluía… Eso sí, si fluía sangre en exceso nadie se hacía responsable.

Agujas en los ojos

En la Edad Media, una operación de cataratas consistía en hurgar con una aguja no muy distinta a las de coser en el ojo del paciente. Supuestamente, servía para despejar la visión, pero acababa dejando a tanta gente ciega o como estaba que la práctica se abandonó en cuanto la influencia de la medicina islámica llegó a Europa.

Astrología

Se practicaba en Europa hasta el siglo XV y más allá, cuando la ley obligaba a todos los curanderos a consultar la carta astral del paciente y compararla con la alineación de los astros antes de cualquier intervención. Era una prueba, un método para diagnosticar enfermedades -a menudo mortal- que dejaba la salud de los enfermos en manos de la pseudociencia.

Flatulencias embotelladas

Esta extraña modalidad se ejecutaba en la Europa del siglo XIV, cuando causaba estragos la peste bubónica o peste negra, la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad. Algunos doctores creían que la enfermedad se transmitía a través de vapores mortales, y pensaban que la cura pasaba por exponer al paciente a efluvios igualmente fétidos. En algunos casos prescribían esnifar pedos conservados en una jarra y en otros vivir con una cabra.

Polvo de momia

Era un remedio del Antiguo Egipto que todo boticario del siglo XII que se preciara debía tener en su despensa. Se profanaba una tumba egipcia, se machacaba un trozo del cadáver momificado y se prescribía para combatir varias enfermedades.

Hierro al rojo vivo

Esto mejor no verlo ni de lejos. Nos basta saber por pinturas de la época que el metal candente se utilizaba como método de cura. Se utilizaba para tratar algo tan común como las hemorroides. No queremos ni imaginarnos lo que dolía hacer eso. El amigo Maimónides ya dijo en la época de Al-Ándalus que la almorranas se trataban con baños de agua caliente, pero al parecer lo de “caliente” se nos terminó yendo de las manos.

Alcanfor

En el medievo, la sustancia que guardamos en los armarios para repeler a las polillas se mezclaba con orina para curar (o eso decían) una enfermedad proscrita. Se usaba para tratar la peste. El alcanfor, untado o ingerido, servía para purificar el cuerpo.

Consumo de oro

Por muy lujoso que parezca, no se trata del remedio más acertado (ni desde luego del más económico). Se utilizaba por ejemplo en el antiguo reino de Siam, pero esta práctica venía de antes, cuando los alquimistas veían en este metal todo un elixir de vida. En la actualidad se puede encontrar en cápsulas para la artritis, pero antes ya se conjeturaba que podía servir para el asma o la tuberculosis.

Peregrinación

Muchas ciudades de la Europa medieval aumentaron considerablemente su riqueza gracias a la multitud de peregrinos que acudían a sus templos y catedrales sagrados en busca de una cura a sus enfermedades. El agua bendita que se vendía en estos lugares lo curaba todo por la gracia de Dios, pero la presencia constante y masiva de personas enfermas hacía que los males se transmitieran con una facilidad pasmosa. Con la visita, era más probable contagiarse de algo peor que encontrar alivio alguno.

Trepanacón

Esta práctica tan poco sutil se ha practicado toda la vida, en realidad. Se utilizaba para ahuyentar los malos espíritus que se habían instalado en la cabeza. Sin embargo, muchas veces se perforaban las meninges de las personas y se creaba una hemorragia incontrolable que causaba el deceso.

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