Unidos son poderosos
“¿Y no sufriste problemas cuando saliste de noche en La Bombonera?”, pregunté unas semanas atrás a Christoph Biermann, uno de los periodistas más importantes del fútbol europeo, que vino a ver fútbol argentino. “No, me dijeron que fuera tranquilo, porque en La Bombonera la barra cuida que no haya problemas”, me respondió Biermann.

Rafa Di Zeo y Mauro Martín, capos de La 12, reconciliados tras una dura batalla, lo confirmaron días atrás al diario “Olé”. “Si no hay lío en Boca es porque desde el verano estamos manejando todo con Mauro”, dijo Di Zeo. “Todos saben que con nosotros adentro no hay problemas, porque no queremos líos”, agregó Martín.

La posible vuelta de ambos hoy a La Bombonera estuvo a punto de arruinar el inicio de la seguidilla de tres superclásicos en 12 días. El Secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, amenazó con no mandar los 1.200 policías si Boca autorizaba la presencia de los dos barras, después de que ambos fueron beneficiados por una seguidilla de fallos judiciales que indignaron al funcionario. “Esto -dijo Berni- es una joda”.

Supongamos que los fallos judiciales que restituyeron derechos plenos de socios a Di Zeo y a Martín fueron correctos. Y supongamos también que Boca (aunque no sea así) sintió que, ante esos fallos judiciales, no tenía otra alternativa que sacarlos a ambos del derecho de admisión. Más llamativa fue la decisión judicial previa que alejó de la causa a Manuel De Campos, justamente el juez que, junto con Mariano Bergés años atrás, más investigó a la barra de Boca. Y, más llamativo aún, fue que todo sucediera justo antes de la seguidilla de los tres superclásicos. Justo antes del gran negocio.

El “súper” negocio

Siempre es más fácil hablar de la seguidilla de partidos. Y también del negocio que genera esa seguidilla para los clubes. Se recaudarán unos 25 millones de pesos por la venta de 150.000 boletos. Más 900.000 dólares cada club por la primera rueda de la Libertadores, 550.000 por los octavos de final y 650.000 para el que pase a cuartos. Menos fácil, en cambio, es hablar de la otra seguidilla, la de los fallos judiciales. Y tampoco es fácil hablar del negocio que generan los superclásicos para las barras, desde la reventa de boletos a 500 dólares para turistas hasta los “trapitos” a 200 pesos, por citar solo algunos.

De Campos fue alejado de la casi quincena de causas que tenía a su cargo sobre la barra de Boca. La Sala VII de la Cámara de Apelaciones aceptó un recurso de Osvaldo Tevez, abogado de Gustavo Gómez, el empleado de Boca imputado por De Campos por la entrega de carnés a la barra y que acusaba al juez de no dejarle ver toda la causa. Y la resolución, según contó el periodista Gustavo Grabia, fue adoptada sin dos de los tres jueces de la Sala que sí venían apoyando la investigación de De Campos. El tercero lo decidió en soledad con el presidente de la Cámara. Y le sacaron todo. Inclusive la causa por asociación ilícita de la barra, que tiene más de 4.000 fojas y llevaba largo tiempo de investigación. Imposible no citar aquí una profunda investigación anterior del hoy ex juez Mariano Bergés. Su causa también cayó porque lo acusaron de intervenir el teléfono, sin autorización, del entonces diputado Luis Barrionuevo. Bergés también quería llegar a fondo. Eran tiempos en los que Di Zeo parecía el portero de La Bombonera. Fox Sports lo mostraba en partidos de Libertadores diciéndole a la policía quién de la barra podía entrar y quién no. Y el comentarista de la TV celebraba lo que veía.

Fuentes judiciales que justifican la decisión de la Sala VII afirman que De Campos habría cometido algunas “desprolijidades” y “exagerado” su afán investigativo. Cada denuncia que involucrara a La 12 comenzó a caer a su juzgado. Jueces y fiscales entendieron que pasaban a formar parte de su causa madre y se la derivaban de inmediato. La denuncia por una pelea vecinal que derivó en muerte, y en la que intervinieron barras de Boca, abrió puntas inesperadas. Y ayudó a la causa por asociación ilícita y encubrimiento agravado. El juez, en rigor, no aceptó causas por qué sí. Rechazó, por ejemplo, por más que hubiese estado tentado de aceptarla, la causa de Hugo Díaz, el supuesto financista de distintas barras, que está desaparecido desde el 9 de marzo pasado, con 50.000 dólares encima. De Campos había allanado en 2013 una “cueva” de la calle Florida al 200, relacionada con una agencia de turismo que incluía partidos en La Bombonera, boletos que, obvio, llegaban a través de la barra, que se quedaba con su comisión. Un abogado, Pablo Slominky, había acusado también a De Campos de un supuesto acuerdo extrajudicial con el arquero Pablo Migliore, a quien le habría permitido ir a jugar al exterior a cambio de que aportara información sobre la barra de Boca y sobre sus vínculos con jugadores y dirigentes.

De Campos estuvo en la mira de diputados del Pro cuando estalló la causa Nisman, porque estaba de turno esa noche y porque Berni, con quien tiene buena relación, estuvo dentro del departamento de Le Parc. El mismo De Campos que, en 2013, allanó La Bombonera y citó a declarar a Daniel Angelici, presidente de Boca, un club todavía muy vinculado con Mauricio Macri y con el Pro.

Angelici, furioso porque se enteró de la citación por los diarios e intuyó una “persecución política”, declaró más de siete horas como testigo. Admitió que conoce a Martín y a Maxi Mazzaro, otro líder de La 12, pero que no tenía relación con la barra. El juez tenía filmaciones, testimonios y escuchas telefónicas que, según fuentes, incluyen menciones al vicepresidente segundo de Boca Juan Carlos Crespi y al secretario general César Martucci. El club estaba cada vez más sospechado.

Pero De Campos ya no tiene la causa. Y, apenas días después de que lo alejaron, fueron llegando una a una las rehabilitaciones de Di Zeo y de Martín para quedar afuera de las listas de derechos de admisión, pedir carnés y exigir que se les reconociera el derecho de volver a La Bombonera.

No sorprendió, entonces, que el jueves pasado Angelici se declarara dispuesto a “blanquear” a los barras, exactamente en línea de lo que pidió por TV el abogado de Di Zeo. “Como no va a salir una ley para erradicarlos yo estoy dispuesto a blanquearlos”, identificarlos y, “si cometen un acto de violencia dentro del estadio” volver a ponerles el derecho de admisión, suspenderlos o expulsarlos, dijo Angelici.

Reconciliados

Di Zeo y Martín eran amigos, se pelearon, discutieron luego liderazgo a los tiros y ahora, después de algún tiempo de ambos en prisión, se reconciliaron y acordaron con Boca: “garantizamos paz en la tribuna a cambio de que se nos reconozca como líderes”. “Blanquearlos” sería que todos aceptáramos el acuerdo que le conviene a dirigentes y barras. No al fútbol.

Boca y River, así lo sugieren técnicos, jugadores y algunas últimas actuaciones, están en condiciones de jugar hoy un buen superclásico. De darnos un buen aperitivo para lo que vendrá luego con la Libertadores. Las barras ya arruinaron mucho al fútbol argentino. Ojalá que, a los Di Zeo y a los que hicieron liderazgo a punta de pistola, el fútbol logre echarlos, no “blanquearlos”.

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