Bastan tres días para rendirse ante el Apple Watch

Bastan tres días para rendirse ante el Apple Watch

El reloj inteligente no es perfecto y su interfaz es compleja. Sin embargo, promete transformar la vida de sus usuarios

25 Abril 2015

Farhad Manjoo - The New York Times

Me tomó tres días (tres largos, a menudo confusos y frustrantes días) caer rendido ante el Apple Watch. Pero una vez que sucedió, fue definitivo.

Primero pasé un día aprendiendo la interfaz de usuario inicialmente compleja del dispositivo. Luego otro determinando cómo adaptarlo mejor a mi vida. Y uno más decidiendo exactamente lo que el nuevo producto de Apple está tratando de hacer y -crucialmente- lo que no.

Fue recién en el cuarto día cuando empecé a apreciar el modo en el cual la elegante computadora de U$S 650 que llevaba en mi muñeca era más que sólo otra pantalla. Al notificarme de acontecimientos digitales tan pronto como sucedían y permitirme actuar al respecto de manera instantánea, sin tener que buscar mi teléfono, el Watch se convirtió en algo así como una extensión natural de mi cuerpo; era un enlace directo y novedoso del mundo digital con mi cerebro. El efecto fue tan poderoso que las personas que previamente han comentado mi adicción por mi smartphone empezaron a notar un cambio en mi comportamiento.

Lejos de la perfección

El Apple Watch está lejos de ser perfecto y no es barato. Aunque se ve bastante elegante (con una selección de correas de cuero y metálicas), funciona como un dispositivo de primera generación con todas las limitaciones y defectos esperables.

Además, a diferencia de anteriores productos vanguardistas de Apple, el software del Watch requiere una curva de aprendizaje compleja. En realidad, no es apto para los novatos en tecnología. Está diseñado para personas que se ven inundadas por las notificaciones que llegan a través de sus teléfonos, y para aquellos a quienes les interesa tratar de manejar la forma en la que el mundo digital invade sus vidas.

Sin embargo, este dispositivo encamina a Apple hacia algo grande. El Watch es útil para probar que la fijación de la industria tecnológica con las computadoras que las personas pueden llevar puestas pronto rendirá frutos.

Así, usar el Apple Watch durante una semana me hizo acordar a cuando utilicé el primer iPhone. Aquel equipo fue revolucionario no sólo porque hacía lo que pocos otros teléfonos podían hacer, sino también porque demostraba las posibilidades de una computadora móvil conectada.

Ingenio

La función más ingeniosa del Apple Watch es su “Taptic Engine”, que alerta a la persona de diferentes notificaciones digitales. Lo hace silenciosamente, con distintos tipos de vibraciones. Con el tiempo, conforme se aprenden las vibraciones, uno empezará a identificar algunas de ellas casi inconscientemente: las llamadas telefónicas entrantes y las alarmas se perciben palpitantes e insistentes; un texto se siente como un suave masaje, y una próxima cita en la agenda es como un punteo persistente. En mi caso, después de unos cuantos días de uso, empecé a recibir fragmentos de información del mundo digital sin tener que mirar la pantalla.

Si esos sistemas de masaje corporal se generalizan, los dispositivos weareables se volverán mucho más que meros accesorios del teléfono.

Por ahora, sólo sueños

Lamentablemente, todavía los sueños se ven entorpecidos por las duras realidades de un nuevo dispositivo. El Watch no es un iPhone. Tiene un conjunto diferente de mecanismos de interacción; está la “Digital Crown” (corona digital), una perilla usada para recorrer y acercar, y una pantalla táctil. No hay un teclado en pantalla, de manera que los mensajes salientes están limitados a un conjunto de respuestas predeterminadas y emojis.

Para encontrar la gloria con el Watch, la persona debe ajustar sus configuraciones de notificaciones en su teléfono para que su muñeca no esté zumbando constantemente con información que no tiene sentido, como las actualizaciones de estado en Facebook y los mensajes de Snapchat.

Otros problemas: las aplicaciones de terceros son inútiles. En mi caso, la aplicación de Uber no cargó, la de Twitter resultó confusa y la aplicación para los hoteles Starwood se borró misteriosamente (después, al volver a cargarse, se trabó).

También usé el Watch para pagar taxis en Nueva York y para presentar mi pasaje a los agentes de seguridad en el aeropuerto. Cuando estos encuentros funcionaron, fueron mágicos. Tanto como tener una llave secreta para abrir el mundo.

El regalo del poder

Lo más emocionante del Apple Watch, a diferencia de otros relojes inteligentes que he probado, es la manera en la que le brinda a su usuario una sensación de inmenso poder. Es que si Google llevó toda la información digital del mundo a nuestras computadoras y el iPhone la llevó a nosotros a través del teléfono, el Watch lleva el mundo digital directamente a tu piel. Toma algún tiempo acostumbrarse, pero una vez que se hace un clic mental, este es un poder sin el cual uno no puede vivir.

The New York Times anunció que había creado “artículos en una frase” para el Apple Watch, así que permítanme terminar esta reseña con una nota que puede caber en la pantalla del reloj: el primer Apple Watch quizá no sea para usted, pero algún día, pronto, cambiará su mundo.

Publicidad
Comentarios