“Hay una mirada idílica del secundario del pasado”

“Hay una mirada idílica del secundario del pasado”

“La educación secundaria entra en crisis cuando ingresan nuevas voces”, afirmó el experto en Educación.

MANIFIESTO. Pineau destacó la obligatoriedad  de la escuela secundaria. la gaceta / foto de Diego Aráoz MANIFIESTO. Pineau destacó la obligatoriedad de la escuela secundaria. la gaceta / foto de Diego Aráoz
24 Abril 2015
Cuando se le pregunta a Pablo Pineau cómo se ubica él en la discusión sobre la crisis de la escuela secundaria, el experto en Educación propone sospechar de las miradas idílicas sobre la educación de la primera mitad del siglo XX.

“La crisis (del sistema educativo) irrumpe en los últimos 30 años, cuando la lógica del sistema educativo entra en crisis; aparecen nuevos sujetos, nuevas voces, entre ellas las del joven. Recordemos que en la literatura escolar la novela por excelencia es Juvenilia, de Miguel Cané. Y allí- destaca - no aparece la problemática de la adolescencia”.

El experto, que estuvo en Tucumán en el lanzamiento del doctorado en Educación de la UNT, que él dirige, dialogó entonces con LA GACETA en la sala del decanato de la Facultad de Filosofía, ante la escucha atenta de la decana Mercedes Leal y de la secretaria de Posgrado, Norma Ben Altabef.

“Anne Marie Chartier planteaba que hay un cambio en lo que se entiende por democratización educativa en la primera mitad del siglo XX. Entonces, lo democrático era seleccionar a los mejores. Esa era la escuela democrática de la primera mitad del siglo XX: la que permitía que los realmente capacitados pudieran continuar. En la segunda mitad del siglo XX, es la escuela que logra que todos aprendan”.

- ¿ Cómo resolver la tensión entre universalización y calidad educativa?

- Universalizar es un término hasta medible: cantidad de gente que hay, comparar con lo que pasaba antes y lo que pasa ahora. Pero presumimos que existe la calidad educativa. Suponemos que es medible.

- En este contexto, ¿ qué función le damos a la secundaria?

- Un cambio importante, del que Argentina es pionera, es la obligatoriedad, que no tiene que ver con la edad, sino con el nivel en sí. La ley actual establece que el Estado tiene que garantizar el fin del secundario en cualquier momento de la vida de la persona, independiente de la edad. También, con la posibilidad de continuar estudios, la escuela media quedó entrampada; y el gran debate es con cuál de los dos niveles está más articulada: si es continuación de la primaria o preparación para la universidad. Esta es la tensión. Lo que sí se ve es que la escuela es capital; y hoy el título de la escuela secundaria vale menos en términos de capital, porque hay más gente con el título. Cuando se habla de la calidad de la escuela secundaria, se habla de esa caída de capital.

-¿ Para qué cree usted que debería servir la secundaria?

- El “para qué debería servir” es un modelo ideal. Lo que veo es que la escuela secundaria es una ampliación de los sujetos, de más ciudadanía, el reconocimiento de más libertades. Hanna Arendt ha dado para mi gusto una de las mejores definiciones de democracia: dice que la democracia es el derecho a tener derechos. La educación tiene que ser una puerta, un derecho que habilite a otros derechos, a un trabajo digno, a educación ciudadana. La escuela es democrática cuando habilita al reconocimiento de más libertades, de una ciudadanía plena. Esto es lo que debería ser.



- ¿Esto se cumple?

- Falta muchísimo, pero depende de que uno lo compare con qué. Hay quienes lo analizan desde un pasado idílico en el que todo pasaba maravillosamente. Y esta mirada nostálgica se explica en que muchas veces tendemos a pensar que la biografía personal es la biografía de todos. Muchos textos hablan de lo bien que les fue en la escuela. Yo trabajo con viejos textos escolares, veo los viejos cuadernos de clase, con una caligrafía bellísima, sin palabras feas, y de ahí la gente deduce que antes eran más prolijos. No, lo que pasa es que esta persona que tiene 80 años es la que guardó ese cuaderno de la escuela de la primaria; y lo que nos llega es el recuerdo de aquel sujeto que decidió guardar. Hubo uno que lo guardó, y muy probablemente es el que llegó a ser el doctor; tendemos a pensar que lo que me pasó a mí es lo que les pasó a todos. Estoy seguro de que hay mucho que rescatar, mucho que recuperar, de otras biografías menos “exitosas”, y que han tenido menos voz.

- ¿Aparecen tensiones ante el emerger de este nuevo sujeto que es el joven?

- Las hay, y las hubo siempre. Volvemos a Cané, en Juvenilia, cuenta con lujo de detalles que el maestro les pegaba a los alumnos. No es que hubo una época idílica, maravillosa. Creo que la escuela tiene que dialogar, y un diálogo supone momentos de encuentro y de desencuentro. Hay miles de experiencias maravillosas. Una, por ejemplo: en Mendoza, un maestro, trabajando en las barriadas mendocinas, se dio cuenta que el romancero español responde a la métrica del rap. ¿Qué es lo que hace con las fieritas de la escuela? Un concurso de rap. Y no resigna el contenido, lo negocia. Las fieritas sí aprenden el romancero español, pero con ritmo de rap.

- Al margen de esas experiencias, ¿ las estadísticas no son señales de calidad educativa ?

- Sí, pero hay quien dice que las estadísticas son como las biquinis; muestran mucho pero ocultan lo más importante.

- Pero una prueba de Lengua y una de Matemáticas, ¿no sirven para saber dónde estamos parados?

- El tema es ver si es comparable, qué quiere decir que estamos arriba de este y abajo del otro, esta lectura futbolística presupone que es posible comparar culturas tan distintas, y ordenarlas jerárquicamente.

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