Aplican en favelas terapias grupales a partir del relato de experiencias de vida

Aplican en favelas terapias grupales a partir del relato de experiencias de vida

La escucha como medio para la transformación interior. La terapeuta comunitaria Marilene Grandesso cuenta la experiencia en barrios de San Pablo

ESCUCHAR Y COMPARTIR. La terapeuta comunitaria Marilene Grandesso explica la terapia integrativa. la gaceta / foto de antonio ferroni ESCUCHAR Y COMPARTIR. La terapeuta comunitaria Marilene Grandesso explica la terapia integrativa. la gaceta / foto de antonio ferroni
22 Abril 2015
Pueden ser treinta, cuarenta o mil personas reunidas en un mismo lugar. No importa el número. Lo que cuenta es la palabra. Que todas escuchen el relato en primera persona de alguien que siente, sufre y vive algo de determinada manera. Los demás - todos de una misma comunidad (pueden ser policías, ancianos, vecinos del mismo barrio o adictos a las drogas) van “escuchándose a sí mismos” en la palabra del otro. De esa manera encuentran solución a problemas individuales desde una perspectiva colectiva. Entre todos. Así funciona la llamada Terapia Comunitaria Integrativa Sistémica (TCIS) creada por el médico psiquiatra brasileño Adalberto Barreto, que tuvo tanto éxito entre los grupos más vulnerables del Brasil, que se aplica como política pública en ese país.

Marilene Grandesso, psicóloga brasileña de la ciudad de San Pablo, es una de las máximas referentes de TCIS en el mundo. Vino a Tucumán para participar del II Congreso Latinoamericano de Prácticas Colaborativas y Dialógicas (conversaciones y relaciones que abren posibilidades) que sesionará entre hoy el sábado en el Centro Cultural Eugenio Virla (ver programa aparte). El encuentro fue organizado por Fesna (Tucumán) que representa la psicóloga Pilar Padilla y Fundaces (Buenos Aires).

En un español que pronuncia a la perfección, Grandesso, directora del instituto Interfaci de Brasil, cuenta que los mejores resultados se consiguen en grupos con más alto nivel de vulnerabilidad. Recuerda que varias veces trabajó en barrios marginales (favelas) con grupos de personas adictas a las drogas. “Se colocan en rueda y cada una cuenta algo en relación al problema. Luego se elige un tema en especial que los represente a todos y se trabaja en forma colectiva. Recuerdo que una señora relató que ella ingresó al consumo de las drogas porque era muy tímida. En la droga encontraba la fuerza para enfrentar las situaciones más difíciles. Todos se sintieron identificados con la timidez. Era un tema que los atravesaba a todos y se trabajó sobre eso”, dice.

Los encuentros semanales duraron dos años y medio, y al final todos habían encontrado la manera de encarar los problemas de adicción en sus propias familias y en sí mismos. “Partimos de que la solución no está en el terapeuta, sino en la propia comunidad. No vamos a dar consejos sino que tratamos de crear un espacio de intercambio de experiencias en el que nadie juzga a la otra persona”, explica.

El relato con el que comienzan los primeros encuentros son disparadores para que a través de la palabra y del diálogo, emerjan los verdaderos conflictos. De esta manera, al adquirir un mayor conocimiento de uno mismo, las personas van logrando también recuperar la confianza en sí mismos y en los demás. Elevan su autoestima.

La TCIS está basada en conceptos del pedagogo brasileño Paulo Freire. Y no se necesita ser psicólogo para ponerla en práctica. Los terapeutas pueden provenir otros campos. “Porque en realidad nadie va a enseñar ni a imponer nada. El terapeuta trabaja con total respeto de la cultura de los grupos y de sus saberes populares”. En cada encuentro se unen vínculos solidarios, se fortalece el grupo y se crean herramientas de empoderamiento de la comunidad.

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