No importa si es o no kirchnerista; lo que vale es si cumplió con la obligación de defender el interés público

No importa si es o no kirchnerista; lo que vale es si cumplió con la obligación de defender el interés público

21 Abril 2015
Hugo E. Grimaldi - Agencia DYN

BUENOS AIRES.- Tras el entierro de la denuncia de Alberto Nisman, está de más preguntarse si el fiscal Javier De Luca, simpatiza o no con el kirchnerismo. Es sabido que en el círculo K la cuestión no preocupa tanto, ya que los militantes consideran que pertenecer es un mérito, aunque ese supuesto orgullo generalmente supera el decoro, pero finalmente la cuestión entra en el terreno subjetivo del corazoncito político que seguramente todos tienen: fiscales, jueces y periodistas.

Lo que verdaderamente hay que saber en el caso del fiscal De Luca es si con este golpe al corazón de la investigación de Nisman, él ha cumplido a conciencia con el deber que le impone el Estado de defender y de representar la legalidad y el interés público. Al desestimar la denuncia, el fiscal tiró para atrás además dos dictámenes de colegas de tribunales inferiores, quienes propiciaban seguir adelante, mientras que en sus fundamentos siguió bastante la línea del juez Daniel Rafecas, el primero en declarar la inexistencia de delito. Sin embargo, y aún considerando que la potestad de manejo de las relaciones exteriores es constitucionalmente resorte del Ejecutivo, habrá que preguntarse por qué De Luca, dejando afuera a la Presidenta y al canciller, no eligió adentrarse en caminos periféricos que hubiesen servido quizás para tirar algo más de la cuerda en la voladura de la AMIA, citando a declarar, por ejemplo, a quienes estaban paladeando desde la esfera de los negocios el acuerdo con Irán. Y preguntarse si con la decisión de no continuar con la apelación, no le estará dando la oportunidad a quienes el colega muerto sindicó como partícipes de una confabulación destinada a encubrir un acto delictivo. Además, De Luca se ha comprado un problema moral ya que, por lo que fuere, él le ha negado una posibilidad de esclarecer el atentado a las propias víctimas y a la sociedad que tiene obligación de defender. Aunque Nisman haya sido un demonio de la desestabilización pagado por los fondos buitre, tal como ahora se lo quiere presentar, la memoria de los 85 muertos seguramente merecía de su parte un poco más de consideración. (DyN)

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