20 Abril 2015
Una y otra vez reitera que le interesan las preguntas y no tanto los objetos, y que lo que produce son documentos para los espectadores, más que obras.
Silvio Fischbein expone por tercera vez en esta ciudad. Desde el viernes instaló en la sala Spilimbergo del Museo Timoteo Navarro (9 de Julio 44), centenares de muñequitos que protagonizan sus objetos, pero también una intervención artística sobre la “intelectualidad kitsch”.
“Los artistas generamos documentos, el hecho artístico se produce en realidad, en la relación del espectador con la obra, a través de la emoción y del pensamiento. Trabajo con los interrogantes más que con la contemplación”, responde Fischbein a las consultas de LA GACETA, mientras ultimaba los detalles del montaje y el ruido de la tormenta se escuchaba fuerte poco antes del mediodía del viernes.
Silvio Fischbein, además de artista plástico, es cineasta, docente de arquitectura en la UBA y ceramista. Realizó 30 cortometrajes, cinco largometrajes y video arte, algunos de los cuales también se encuentran en exposición en “Multitudes”. Comenta que “Mamá querida” (1988) fue vista por 200.000 espectadores, pero no es su película favorita.
- ¿Cómo es su relación con el mercado del arte?
- Vivo del arte, de las cosas que hago, pero no tengo nada que ver con el mercado. No fabrico obras para vender. Insisto en que hago documentos para que la gente piense.
- ¿Podría dar un estado de situación del arte argentino?
- No es distinto de lo que se hace en el resto del mundo. La dificultad está en la falta de apoyo oficial. Pero el estado de creatividad está a la altura de cualquier país. Una pena es que el Estado no proteja a los artistas. En realidad, estamos en el horno los que no pensamos igual que el gobierno. Las políticas que existen benefician al mercado y no al arte.
Fischbein cuenta orgulloso que acaba de ganar la beca de Pollock-Krasner Foundation: “no tuve más que mandar 10 fotos y un proyecto, y me dieron la beca para hacer ese proyecto aquí, en el país”.
El artista no tiene simpatías con el llamado arte contemporáneo, y lo dice con claridad: “no es un género; ser contemporáneo no se declama, sino que se ejerce; el arte no es hacer un obra que se cuelga y queda bonito en el living de la casa”, expresa a modo de queja.
Sus obras exigen una mirada de lejos y de cerca; al aproximarnos, descubrimos los centenares de muñequitos de plástico que constituyen el soporte de estos “documentos”.
- ¿Qué le preocupa en sus obras?
- Me interesan las multitudes vivientes como los holocaustos; la aglomeración de los humanos. Y desde distintos lugares.
Fischbein hace honor a sus varias profesiones; trabajando al mismo tiempo la estructura, el diseño y las texturas, armonías de color y materiales.
Silvio Fischbein expone por tercera vez en esta ciudad. Desde el viernes instaló en la sala Spilimbergo del Museo Timoteo Navarro (9 de Julio 44), centenares de muñequitos que protagonizan sus objetos, pero también una intervención artística sobre la “intelectualidad kitsch”.
“Los artistas generamos documentos, el hecho artístico se produce en realidad, en la relación del espectador con la obra, a través de la emoción y del pensamiento. Trabajo con los interrogantes más que con la contemplación”, responde Fischbein a las consultas de LA GACETA, mientras ultimaba los detalles del montaje y el ruido de la tormenta se escuchaba fuerte poco antes del mediodía del viernes.
Silvio Fischbein, además de artista plástico, es cineasta, docente de arquitectura en la UBA y ceramista. Realizó 30 cortometrajes, cinco largometrajes y video arte, algunos de los cuales también se encuentran en exposición en “Multitudes”. Comenta que “Mamá querida” (1988) fue vista por 200.000 espectadores, pero no es su película favorita.
- ¿Cómo es su relación con el mercado del arte?
- Vivo del arte, de las cosas que hago, pero no tengo nada que ver con el mercado. No fabrico obras para vender. Insisto en que hago documentos para que la gente piense.
- ¿Podría dar un estado de situación del arte argentino?
- No es distinto de lo que se hace en el resto del mundo. La dificultad está en la falta de apoyo oficial. Pero el estado de creatividad está a la altura de cualquier país. Una pena es que el Estado no proteja a los artistas. En realidad, estamos en el horno los que no pensamos igual que el gobierno. Las políticas que existen benefician al mercado y no al arte.
Fischbein cuenta orgulloso que acaba de ganar la beca de Pollock-Krasner Foundation: “no tuve más que mandar 10 fotos y un proyecto, y me dieron la beca para hacer ese proyecto aquí, en el país”.
El artista no tiene simpatías con el llamado arte contemporáneo, y lo dice con claridad: “no es un género; ser contemporáneo no se declama, sino que se ejerce; el arte no es hacer un obra que se cuelga y queda bonito en el living de la casa”, expresa a modo de queja.
Sus obras exigen una mirada de lejos y de cerca; al aproximarnos, descubrimos los centenares de muñequitos de plástico que constituyen el soporte de estos “documentos”.
- ¿Qué le preocupa en sus obras?
- Me interesan las multitudes vivientes como los holocaustos; la aglomeración de los humanos. Y desde distintos lugares.
Fischbein hace honor a sus varias profesiones; trabajando al mismo tiempo la estructura, el diseño y las texturas, armonías de color y materiales.
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