Cada vez que llueve, la gente sale a ver si no viene una creciente

Cada vez que llueve, la gente sale a ver si no viene una creciente

El poblado de Escaba de Abajo sigue aislado, sin luz ni radio. Simón Coronel respira apenas, no puede conectar su mochila de oxígeno

CRUZANDO EL RÍO SINGUIL. En este tractor se trasladó LA GACETA para llegar al poblado Escaba de Abajo, donde 70 familias quedaron aisladas. la gaceta / foto de osavaldo ripoll CRUZANDO EL RÍO SINGUIL. En este tractor se trasladó LA GACETA para llegar al poblado Escaba de Abajo, donde 70 familias quedaron aisladas. la gaceta / foto de osavaldo ripoll
La correntada del río Singuíl se mantiene brava. El tractor con un carro cañero lo atraviesa lentamente, con cuidado extremo del conductor. El agua lo zamarrea y asusta a los cinco ocupantes del transporte que se dirigen a Escaba de Abajo. Doña Luisa Alvarez, sentada en un cajón de madera, se persigna y lanza una invocación religiosa: “Dios mío, que no pase nada malo” dice. El pedregal del fondo es una amenaza para la estabilidad del vehículo. Es que algunos de los riscos grandes, que dejó la creciente pueden llegar a volcar el carro. En el otro extremo del cauce hay vecinos viendo la peripecia y a la espera de las ayudas. Trasladarse al paraje que quedó aislado el domingo de la semana pasada al desplomarse el puente colgante (por el impacto de la crecida del Singuil), es una odisea que atemoriza. LA GACETA llegó hasta ahí, acompañando a unos de los tantos parientes de la gente aislada que iban a acercarles alimentos, remedios y otras necesidades. Cargaban también la preocupación por saber sobre cómo se encontraban. Ahí, en medio de la serranía y el silencio al que solo lo quiebran las bandadas de loros, el río transformó en una isla al sitio en el que viven cerca de 300 personas. Y trastocó su vida en un infierno. “No tenemos paso hacia el pueblo, estamos sin electricidad, agua para consumo ni comunicación por radio, que es la única que teníamos. La escuela 190 no dicta clases y hay gente enferma”, se despacha Alejandro Bonzi. Su suegro es don Simón Coronel, de 82 años y padece una grave enfermedad respiratoria. El hombre está postrado en su cama y con la desesperación de no disponer de su mochila con oxígeno, la que funciona con electricidad. Y no hay forma de sacarlo a un centro asistencial. El servicio eléctrico está interrumpido porque las aguas también derribaron las columnas del tendido que llegan hasta ese lugar. El Singuil salió de su cauce a la altura de Escaba de Abajo y avanzó por medio de la población. Bonzi, trabaja de transportista rural y no puede salir a cumplir con su tarea. “Hay otra gente, con trabajo particular, que también está sin poder trabajar por éste problema del río. Por eso pedimos un puente urgente” apuntó.

Vivir con miedo

Todo Escaba de Abajo es un drama. Don Juan Alvarez sufrió un infarto hace poco tiempo, no puede salir a hacerse ver por su médico y reabastecerse de medicamentos. “Estamos afligidas porque no sabemos hasta cuando seguiremos así. Tenemos miedo de que vuelva a enfermarse”, comentó una de sus hijas. “Si aquí nos salvamos es porque vivimos en terrenos altos. El agua se vino por la calle. Esa madrugada del domingo pasado parecía que pasaba un tren. El ruido era estremecedor y el olor a barro insoportable”, contó Lorena Alvarez, madre de dos chicos. La mujer advirtió que es notable el impacto psicológico que acusaron todos los pobladores luego de la creciente que llegó a rebasar el dique Escaba. “Llueve y la gente se instala afuera para ver si no llega otra creciente. Algunos chicos se largan a llorar. Quedamos traumados”, dijo.

En ese paraje la correntada dejó huellas profundas en los caminos, marcando claramente el sitio donde desbordó. “Mis abuelos ya decían que esto podía pasar porque el río, al tener del otro lado una barranca elevada, se venía hacia nosotros. Y esto porque el cauce desde hace décadas está sin trabajos de mantenimiento”, apuntó Lorena. “Aunque hacen falta muchas cosas, lo principal es arreglar este desvío del río. De lo contrario en cualquier momento el cauce nos puede arrastrar” observó. En los últimos días dos niños y dos mujeres lograron a duras penas ser sacados por los vecinos en caballos y trasladados al hospital de Alberdi. Paola Peralta, embarazada, fue evacuada con dolores de parto y por poco termina siendo arrastrada por las aguas. “Fue un momento de mucha desesperación. El torrente fuerte puso de costado al animal, que no podía avanzar. Ella comenzó a gritar de desesperación, mientras que el hombre que la acompañaba en otro caballo trataba de calmarla” comentó Lorena.

El rosario de planteos que disparan los vecinos parece no tener fín. Todos quieren ser escuchados. Graciela Zamorano, madre de tres niños, relató que su precaria casa de madera quedó llena de barro e insegura. Y mostró a su pequeño hijo Ariel, con una de sus manos amputadas a causa de una enfermedad. Dijo que pese al difícil momento que pasó con su pequeño, y a la falta de recursos que soporta, no la ayudaron a tener una vivienda mejor, que no exponga la salud de su hijo. “Viví aquí y ahora vine a visitar a mi hermano Juan Domingo. Y con certeza puedo decir que el drama que se soporta es a causa de años de abandono de esta zona. No es posible que no se haya hecho un puente firme. El que estaba era solo peatonal. Y existía un badén que se lo llevó el agua. ¿Cómo se entiende esto?” expuso ofuscado Santos Cárdenas. “Tampoco es aceptable que aquí no haya agua potable y que la comuna no se haya preocupado nunca por instalar al menos una cabina telefónica. La comisionada comunal tiene oficina en Alberdi porque no hay comunicación ni por celular. Y eso pasa porque a nadie le importa este pueblo” concluyó. Al paraje llegan algunas ayudas que está haciendo llegar la comuna. En Escaba de Arriba, aislada por el derrumbe del camino de acceso, un helicóptero de la provincia logró acercar a las 37 familias incomunicadas mercaderías y agua.

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