Los magnates de la tecnología exigen privacidad

Los magnates de la tecnología exigen privacidad

Antes de remodelar sus mansiones, ejecutivos de Facebook, de Google o de Twitter piden confidencialidad a sus contratistas. Por Matt Richtel - © 2015 New York Times

EN SAN FRANCISCO. Los empresarios de firmas tecnológicas viven, mayoritariamente, en Silicon Valey, donde instalaron las oficinas de sus compañías. alipac.us EN SAN FRANCISCO. Los empresarios de firmas tecnológicas viven, mayoritariamente, en Silicon Valey, donde instalaron las oficinas de sus compañías. alipac.us
19 Abril 2015
Las personas encargadas de reparar o de remodelar las mansiones de los magnates de la tecnología -ubicadas en la zona de Silicon Valley, en California, desarrollan todo tipo de actividades. Colocan pisos de madera recuperada, instalan azulejos de baño cada vez más delgados, y ponen los cables de la electricidad. Pero ahora les agregaron una nueva tarea: firmar contratos de confidencialidad con los millonarios.

Estos documentos, que demandan la máxima discreción, son requeridos a cualquier persona asociada a los hogares de un pequeño pero creciente número de ejecutivos de la tecnología, según informaron agentes inmobiliarios, arquitectos y contratistas. En ocasiones, las casas son compradas mediante fideicomisos o mediante entidades corporativas, para que los nombres de los magnates no aparezcan en las escrituras públicas.

Antes, estos millonarios de la tecnología buscaban la confidencialidad sobre sus residencias. Pero ahora, los que buscan la discreción no, necesariamente, tienen un nombre famoso, sino que trabajan para compañías tecnológicas muy reconocidas, como Facebook, Google o Twitter. “Son personas de las que nunca se ha oído hablar”, comentó un contratista que pidió la reserva de su identidad, porque -según comentó- ya firmó diez acuerdos de confidencialidad en los últimos tres años, cuando realizó obras de remodelación en numerosas casas. Según describió el empresario, la práctica de firmar acuerdos “es bastante extendida” entre los millonarios dueños de las residencias de lujo.

Los tipos de trabajadores a los que se les pide firmar esos acuerdos, añadió el contratista, abarcan de todo: pintores, colocadores de pisos, personal de limpieza, jardineros, paisajistas o cualquier trabajador asociado con la casa. “En ocasiones, ni siquiera se sabe quién es el cliente. O su nombre surge mientras se desarrolla el trabajo”, subrayó.

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Cuando firman estos documentos, los contratistas prometen no revelar ninguna información del propietario de la mansión. Sin embargo, una demanda reciente, que involucra a Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, ha proyectado luz sobre estos acuerdos de confidencialidad.

En un correo electrónico revelado en el caso, un abogado de Zuckerberg le escribió al abogado del demandante: “como sabe su cliente, Zuckerberg hace grandes esfuerzos por proteger la privacidad de su vida personal”.

El mensaje le añadió un giro al asunto, ya que algunas personas que requieren confidencialidad son las que han creado una industria basada en lo opuesto, es decir en la revelación de información personal.

Sobre este punto, Neil Richards, profesor y experto en privacidad de la Escuela de Derecho de la Universidad de Washington, explicó que los acuerdos de confidencialidad crearon una especie de “ricos y pobres”, en relación a la información privada. Según indicó, los nuevos millonarios de la tecnología “podrían querer disfrazar su riqueza en una época en la que aumentan el resentimiento hacia los empleados de empresas tecnológicas que han aburguesando a Silicon Valley”.

La demanda contra Zuckerberg también involucró otra residencia, ubicada en Palo Alto, California. El desarrollador inmobiliario, Mircea Voskerician, afirmó que tenía un contrato para comprar una casa de U$S 4.800.000 millones, adyacente a la propiedad de Zuckerberg, y ofreció vender parte de la residencia al fundador de Facebook. A cambio, contó el desarrollar, Zuckerberg se había comprometido a presentarle personas poderosas de Silicon Valley, para generar nuevos negocios. Voskerician aseguró que dejó pasar una mejor oferta por la casa, pero -según consta en la demanda- Zuckerberg no cumplió con la promesa de hacer las presentaciones. Por su parte, Patrick Gunn, uno de los abogados de Zuckerberg, consideró que la demanda no tenía mérito.

Chris Hoofnagle, experto en privacidad y conferencista en la Escuela de Derecho de la Universidad de California, sostuvo que “aunque es notable que los mercaderes de datos buscaran una mayor privacidad personal, también podrían tener razón”. “Lo sensato sería que pidan un acuerdo de confidencialidad, que impida que la información íntima llegue a internet, que es donde pueda propagarse”, argumentó el especialista.

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