Por Federico Diego van Mameren
15 Abril 2015
Los periodistas hemos sido llamados a este mundo para contar hechos. También terminamos opinando, en la búsqueda de que en la misión de controlar al poder tengamos una herramienta más para reforzar lo que se ve de esos hechos. Es un elemento más para poder contar aquello que desde los poderes no se quiere contar.
Cumplir con esas dos tareas, tan simples y complicadas a la vez, no suele ser fácil. Suele generar confusiones. La carta de un caballero del periodismo como es Alfredo Leuco ha pasado un límite.
Los periodistas no debemos aconsejar ni peticionar como tales; tal vez sí como ciudadanos, en privado, pero no desde nuestro rol más expuesto, a través de los medios.
Está muy bueno que Leuco opine que el Papa está loco o equivocado por recibir a Cristina, pero excede al periodismo pedir o sugerir que no lo haga.
Los periodistas hemos sido llamados a este mundo para ser espectadores de las cosas que pasan, no para ser los protagonistas principales de la escena.
Cumplir con esas dos tareas, tan simples y complicadas a la vez, no suele ser fácil. Suele generar confusiones. La carta de un caballero del periodismo como es Alfredo Leuco ha pasado un límite.
Los periodistas no debemos aconsejar ni peticionar como tales; tal vez sí como ciudadanos, en privado, pero no desde nuestro rol más expuesto, a través de los medios.
Está muy bueno que Leuco opine que el Papa está loco o equivocado por recibir a Cristina, pero excede al periodismo pedir o sugerir que no lo haga.
Los periodistas hemos sido llamados a este mundo para ser espectadores de las cosas que pasan, no para ser los protagonistas principales de la escena.
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