09 Abril 2015
REUNIÓN. El funcionario del Ejecutivo José Farhat (de saco gris) se reunió anoche con un grupo de vecinos de Barrio Sur y tomó nota de los reclamos.
Quiso llamar la atención y lo consiguió. Durante dos horas, Anahí Díaz atravesó su camioneta sobre calle San Martín, frente a la Casa de Gobierno, en señal de protesta contra la inseguridad que desde hace un tiempo agobia a los vecinos de barrio Sur. “No me arrepiento, creo que no fui a reclamar ninguna locura”, admitió más tarde, cuando la convencieron de regresar a su casa.
La bronca de Anahí comenzó a cultivarse el jueves de la semana pasada, cuando dos delincuentes amenazaron con un cuchillo a sus hijos de 10 y 11 años. Los niños, que estaban sentados en la vereda de calle Rondeau al 1.200, entregaron un celular y entraron llorando. “Quedaron shockeados, no les salía la voz, se fueron a meter al fondo porque creían que los tipos iban a entrar”, contó la mujer de 35 años.
Al día siguiente, Anahí denunció el hecho en la seccional 2ª. “Esa denuncia se fue en mi cartera, que me robaron ahora. Todavía no reaccionaba de que haya pasado ese evento con los chicos y ahora me toca esto”, protestó.
Anahí llegó ayer a la empresa donde trabaja, ubicada en calle La Madrid al 1.200, a las 10.25. Subió el vehículo al garaje y lo dejó estacionado con la mitad de la carrocería sobre la vereda. “Entré a ver unos papeles y de repente escuché la alarma. Salí y ya no estaban, me dijeron que se escaparon por la Bernabé Aráoz en una moto”, relató la mujer. Los delincuentes habían reventado la ventana del acompañante y sacaron la cartera que estaba en el piso. Según dijo la víctima, hay un policía que custodia esa cuadra pero al momento del robo se encontraba en un quiosco.
Bronca
“Me temblaba todo el cuerpo. Entré a ver nuestras cámaras, pero me di con que el disco estaba lleno y no había grabación. En ese momento salí y pensé: ‘me voy a la plaza’. No tenía ganas de llorar, tenía bronca. Eso es lo que tengo ahora, bronca”, expresó.
Sin decirle nada a nadie, Anahí se subió a su camioneta, la puso en marcha y condujo hasta San Martín al 500, donde la estacionó en medio de la calle para interrumpir el tránsito. Pronto comenzaron a hacerse oír los bocinazos de los automovilistas y algunos insultos. Sin embargo, la mayoría fueron palabras de aliento. “El 90% de la gente me apoyaba. Me decían que siga ahí, que ellos me iban a llevar agua y comida si no me quería mover”, siguió contando.
Los minutos pasaban y la mujer no desistía de su reclamo. Entonces se acercaron policías, algunos funcionarios de la Casa de Gobierno y del Poder Judicial, a quienes Anahí intentaba de explicarles que sentía bronca porque los ladrones están 10 días detenidos y después son liberados. Uno de los interlocutores fue el subsecretario de Seguridad Ciudadana César Nieva, quien no tuvo éxito con la mujer. “Se acercó de mala forma y no lo acepté. Me dijo que no tenía ninguna respuesta para darme, que lo que yo pido es imposible, que no se puede cambiar de un día para el otro. Entonces le contesté: ‘discúlpeme, pero no voy a hablar con usted’”, relató Anahí.
Desconfianza
Un empleado de tribunales, Sebastián Tula, consiguió convencerla de que liberara el tránsito. “Fue el único que más o menos me entendió y me acompañó a la comisaría 1ª, donde dejamos asentado esto. A los policías les dije en la cara que no les creo después de que nos abandonaron para ir a protestar por más salarios”, afirmó la mujer.
Según agregó, le ofrecieron una custodia. “Les dije que no porque entonces todos tenemos que andar con custodia. Acá la solución es erradicar lo malo, darles el castigo que se merecen”, insistió.
Tras esa experiencia, Anahí dijo que quiere comprometerse y hacer algo para evitar que la delincuencia siga avanzando. “Tengo sed de seguridad. Esto me pasa mí, le pasó a mucha gente y seguirá pasando. Me gustaría organizar algo, sin que ningún político se me acerque”, aclaró. “Yo pude ir a decir esto porque no me mataron, pero ¿vamos a esperar que me maten, que digan ‘una mujer murió, le dispararon’, me lloren un rato y quede para la historia? Eso es lo que no quiero”, resaltó.
La bronca de Anahí comenzó a cultivarse el jueves de la semana pasada, cuando dos delincuentes amenazaron con un cuchillo a sus hijos de 10 y 11 años. Los niños, que estaban sentados en la vereda de calle Rondeau al 1.200, entregaron un celular y entraron llorando. “Quedaron shockeados, no les salía la voz, se fueron a meter al fondo porque creían que los tipos iban a entrar”, contó la mujer de 35 años.
Al día siguiente, Anahí denunció el hecho en la seccional 2ª. “Esa denuncia se fue en mi cartera, que me robaron ahora. Todavía no reaccionaba de que haya pasado ese evento con los chicos y ahora me toca esto”, protestó.
Anahí llegó ayer a la empresa donde trabaja, ubicada en calle La Madrid al 1.200, a las 10.25. Subió el vehículo al garaje y lo dejó estacionado con la mitad de la carrocería sobre la vereda. “Entré a ver unos papeles y de repente escuché la alarma. Salí y ya no estaban, me dijeron que se escaparon por la Bernabé Aráoz en una moto”, relató la mujer. Los delincuentes habían reventado la ventana del acompañante y sacaron la cartera que estaba en el piso. Según dijo la víctima, hay un policía que custodia esa cuadra pero al momento del robo se encontraba en un quiosco.
Bronca
“Me temblaba todo el cuerpo. Entré a ver nuestras cámaras, pero me di con que el disco estaba lleno y no había grabación. En ese momento salí y pensé: ‘me voy a la plaza’. No tenía ganas de llorar, tenía bronca. Eso es lo que tengo ahora, bronca”, expresó.
Sin decirle nada a nadie, Anahí se subió a su camioneta, la puso en marcha y condujo hasta San Martín al 500, donde la estacionó en medio de la calle para interrumpir el tránsito. Pronto comenzaron a hacerse oír los bocinazos de los automovilistas y algunos insultos. Sin embargo, la mayoría fueron palabras de aliento. “El 90% de la gente me apoyaba. Me decían que siga ahí, que ellos me iban a llevar agua y comida si no me quería mover”, siguió contando.
Los minutos pasaban y la mujer no desistía de su reclamo. Entonces se acercaron policías, algunos funcionarios de la Casa de Gobierno y del Poder Judicial, a quienes Anahí intentaba de explicarles que sentía bronca porque los ladrones están 10 días detenidos y después son liberados. Uno de los interlocutores fue el subsecretario de Seguridad Ciudadana César Nieva, quien no tuvo éxito con la mujer. “Se acercó de mala forma y no lo acepté. Me dijo que no tenía ninguna respuesta para darme, que lo que yo pido es imposible, que no se puede cambiar de un día para el otro. Entonces le contesté: ‘discúlpeme, pero no voy a hablar con usted’”, relató Anahí.
Desconfianza
Un empleado de tribunales, Sebastián Tula, consiguió convencerla de que liberara el tránsito. “Fue el único que más o menos me entendió y me acompañó a la comisaría 1ª, donde dejamos asentado esto. A los policías les dije en la cara que no les creo después de que nos abandonaron para ir a protestar por más salarios”, afirmó la mujer.
Según agregó, le ofrecieron una custodia. “Les dije que no porque entonces todos tenemos que andar con custodia. Acá la solución es erradicar lo malo, darles el castigo que se merecen”, insistió.
Tras esa experiencia, Anahí dijo que quiere comprometerse y hacer algo para evitar que la delincuencia siga avanzando. “Tengo sed de seguridad. Esto me pasa mí, le pasó a mucha gente y seguirá pasando. Me gustaría organizar algo, sin que ningún político se me acerque”, aclaró. “Yo pude ir a decir esto porque no me mataron, pero ¿vamos a esperar que me maten, que digan ‘una mujer murió, le dispararon’, me lloren un rato y quede para la historia? Eso es lo que no quiero”, resaltó.
Lo más popular
