Historias bien tucumanas con la Selección

Historias bien tucumanas con la Selección

Lilia Charcas, que vive en Washington, pagó U$S 1.000 la noche para que su hijo vea a Messi.

PAUSA. Cuando Martino les da un momento libre, los jugadores de la Selección eligen las charlas en grupo y entre mates. foto de @Argentina / twitter.com PAUSA. Cuando Martino les da un momento libre, los jugadores de la Selección eligen las charlas en grupo y entre mates. foto de @Argentina / twitter.com
27 Marzo 2015
WASHINGTON.- En el pasillo del fastuoso hotel donde concentra la Selección en Washington se despliega una alfombra roja y, a su lado, sobre ambos costados, permanecen como guardianes los hinchas que asumen como una oportunidad imperdible la chance de ver de cerca a sus ídolos en la capital de los Estados Unidos.

Así, un niño enfundado con la casaca del seleccionado, con una tablet en sus manos, da cuenta de la impaciencia de ver a los futbolistas. Se trata de Facundo, un niño de 10 años que está con su mamá, Lilia Charcas, con quien llegó hasta para montar la vigilia del arribo del micro argentino tras la práctica. Charcas es tucumana y hace 18 años vive en los Estados Unidos. Su tiempo lo dedica a tres empleos: en una clínica psiquiátrica algunas noches; como ‘spanish medical interpreter’, es decir, intérprete para los latinos que no saben inglés y concurren a los hospitales; y como bailarina, los fines de semana.

Para cumplirle el sueño a su hijo de estar cerca de Lionel Messi y compañía tomó la decisión de reservar una habitación del hotel, que le costó 1.000 dólares la noche. Con eso se aseguró no sufrir el frío que recorre las calles de Washington y transitar cada pasillo del edificio donde está el plantel argentino. Con esa ventaja, se encontró al defensor Marcos Rojo en una de las cintas del gimnasio y aprovechó para hablar de fútbol con su primogénito. “Quiero hacerlo feliz a mi hijo; él ama a Messi y me dijo que si lo veía se iba a poner a llorar”, contó Lilia mientras se acomodaba su cabellera rubia. Facundo, que recorre el pasillo con un amiguito hindú, además es arquero, ataja en un club de la ciudad, y logró que Sergio Romero le firmara un autógrafo.

Entre los 15 hinchas que se acercaron para ver a sus ídolos, también se distingue un hombre cansado, de unos 40 años, que expresa su fanatismo por San Lorenzo y que tampoco quiso perderse la chance. “Soy de Ciudad Evita, vine a visitar a mi madre en Chicago y desde allá vengo. Manejé como 14 horas para estar acá. Ya tengo la firma del ‘Pocho’ Lavezzi, pero me encantaría tener la de Carlitos Tevez porque mi hijo es fanático de él”, contó Edgardo Núñez.

Por la Selección, nada es imposible. (Télam)

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