Por Carlos Páez de la Torre H
21 Marzo 2015
“La personalidad del teniente general Julio Argentino Roca colma ese dilatado espacio de la historia argentina en que la República consolida sus instituciones”, dijo el doctor Juan Heller en 1940, al colocar la piedra fundamental del monumento al ilustre tucumano en su ciudad. Era, dijo, “un general afortunado y victorioso, en torno al cual se calman siempre las batallas”, y “ganó las suyas más señaladas sin librar combate”.
Roca “no poseía esa ‘gravitas’ tan frecuente en la especie del político sudamericano. En contraste, su tipo es humano, con agudo sentido de la realidad. La fina ironía que asomaba sobre la clásica simplicidad de su carácter, aumentaba su aptitud para realizar un perfecto equilibrio en medio de las impulsivas pasiones de su tiempo”.
Así, “ha sido el más genuino de nuestros políticos, con esa capacidad difusa de comprender todas nuestras modalidades y sobre la cual despuntaba esa gracia inapreciable de sonreír en medio de las lágrimas que preserva, como la serenidad al valiente, de caer envuelto entre el fuego y las ruinas del combate”.
“Prueba la excelencia de su calidad el experimento, delicado siempre y que el general Roca reiteró, de crear el instrumento necesario del gobierno en la República, reorganizando un partido derrotado y convocándolo de nuevo a largos destinos. En esas horas difíciles, pervertida la politica por intereses de partido, o en momentos de trascendentales cuestiones externas, el general Roca fue llamado o le tocó gobernar los naufragios de la República”. Y, “hombre del interior, no trabajó para las provincias, sino hizo trabajar a las provincias para la Nación”.
Roca “no poseía esa ‘gravitas’ tan frecuente en la especie del político sudamericano. En contraste, su tipo es humano, con agudo sentido de la realidad. La fina ironía que asomaba sobre la clásica simplicidad de su carácter, aumentaba su aptitud para realizar un perfecto equilibrio en medio de las impulsivas pasiones de su tiempo”.
Así, “ha sido el más genuino de nuestros políticos, con esa capacidad difusa de comprender todas nuestras modalidades y sobre la cual despuntaba esa gracia inapreciable de sonreír en medio de las lágrimas que preserva, como la serenidad al valiente, de caer envuelto entre el fuego y las ruinas del combate”.
“Prueba la excelencia de su calidad el experimento, delicado siempre y que el general Roca reiteró, de crear el instrumento necesario del gobierno en la República, reorganizando un partido derrotado y convocándolo de nuevo a largos destinos. En esas horas difíciles, pervertida la politica por intereses de partido, o en momentos de trascendentales cuestiones externas, el general Roca fue llamado o le tocó gobernar los naufragios de la República”. Y, “hombre del interior, no trabajó para las provincias, sino hizo trabajar a las provincias para la Nación”.
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