Una historia verosímil que no podría suceder

Una historia verosímil que no podría suceder

Baricco vuelve con un libro mencionado en su última novela

CON INGREDIENTES POLICÍACOS. La estructura narrativa no es usual. La novela de Alessandro Baricco, autor nacido en Turín, se centra en tres historias, que pueden leerse autónomamente e incluso en otro orden. CON INGREDIENTES POLICÍACOS. La estructura narrativa no es usual. La novela de Alessandro Baricco, autor nacido en Turín, se centra en tres historias, que pueden leerse autónomamente e incluso en otro orden.
15 Marzo 2015

Novela

TRES VECES AL AMANECER

ALESSANDRO BARICCO

(Anagrama - Barcelona) 

Hacia el final de Mr Gwyn, Alessandro Baricco hace alusión a Tres veces al amanecer, un libro breve publicado por una pequeña editorial en una edición de baja tirada, presuntamente escrito por Akash Narayan, autor angloindio que fuera profesor de música y del cual esta es su única y póstuma obra. Dividida en tres partes, “la historia se desarrollaba en una imprecisa ciudad inglesa, y sucedía en un par de horas. Pero se trataba de un par de horas muy paradójicas”.

En verdad, para qué ocultarlo, Akash Narayan no existía por entonces ni existió nunca: era un seudónimo más de Jasper Gwyn, el protagonista de la novela, el copista, aquel personaje austeriano que no pintaba sino que escribía retratos.

Ese título apócrifo aunaba a tres autores: dos imaginarios (Gwyn y Narayan) y uno real (Baricco). Y a él vuelve ahora el narrador, dramaturgo y ensayista turinés.

Sin necesidad de considerarlo parte de una secuela, aunque nada quita el deseo de pensarlo de esa manera, Tres veces al amanecer (Anagrama, 2014), novela breve de unas cien páginas, puede ser leído de manera independiente (si bien también está dedicado “A Catalina de Médicis y al maestro de Camden Town”, lámparas de luz artesanales y su particular fabricante, respectivamente, protagonistas de Mr Gwyn).

El mismo Baricco la define: “una historia verosímil, que, sin embargo, nunca podría suceder en la realidad”. Es que su clave es el tiempo. Un tiempo anómalo, aleatorio, imposible. Esas “horas muy paradójicas”.

Las tres escenas de Tres veces al amanecer son protagonizadas por los mismos dos personajes: un hombre -joven, o de mediana edad, o anciano- y una mujer -adolescente, o de mediana edad, o ya mayor-, ambientadas siempre unos minutos antes de la alborada (la luz: ese instante tan ansiado), aunque cada uno de esos encuentros sea el único, el primero y el último.

Como si viviesen en un constante estado de memento, jamás sospecharán que ya se han visto o habrán de volver a verse en otra estación de sus vidas, pero siempre lo harán surgiendo desde el mismo espacio: un vestíbulo de hotel. Por más que huyan de él, como quien quiere huir -otra vez al mejor estilo de un personaje austeriano- de su propia existencia.

Partiendo de los fragmentos, el lector logrará reconstruir sus historias, y asombrarse tanto con la belleza propia de la prosa de Baricco (no así con la traducción) como con “la misteriosa permanencia de las cosas en la corriente nunca quieta de la vida”.

(c) LA GACETA

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Hernán Carbonel

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