Avellaneda y el latín

Avellaneda y el latín

Consejo del jurisconsulto Gerónimo Cortés.

GERÓNIMO CORTÉS. El destacado maestro del Derecho, en una foto juvenil tomada en Tucumán, con su esposa Agustina Bascary la gaceta / archivo GERÓNIMO CORTÉS. El destacado maestro del Derecho, en una foto juvenil tomada en Tucumán, con su esposa Agustina Bascary la gaceta / archivo
El doctor Ernesto Claros, uno de los colaboradores del libro “Avellaneda. XX aniversario de su muerte”, editado en 1906 por el Círculo Nicolás Avellaneda, cuenta allí una anécdota referida al gran tucumano. Narra que asistía, en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, al discurso inaugural de la clase de Derecho Civil, que dictaba el doctor Gerónimo Cortés (1833-1891).

“Notable civilista y erudito latinista”, el profesor sostenía que el idioma de Triboniano y Papiniano tenía especial importancia, no sólo para conocer la ciencia del Derecho, sino para “el perfeccionamiento de las aptitudes oratorias que todo abogado debe cultivar, para el mejor éxito de su misión de demostrar la verdad y de hacer prevalecer la justicia”.

Al respecto, Cortés les contaba que, cuando conoció a Nicolás Avellaneda, le recomendó “que estudiara el latín, idioma que, por su estructura, metodiza y estimula el espíritu”. Y le dijo que la frecuentación de las obras clásicas en ese idioma, comunica “vigor, sobriedad y elegancia” a las exposiciones.

Pasaron los años. Siendo ya presidente el tucumano, recibió un día la visita del doctor Cortés. Avellaneda “hizo de modo que la conversación rodara sobre literatura clásica: tomó en seguida un libro de su biblioteca, y obsequió a su visitante la traducción correcta y fácil de una arenga de Cicerón”.

Cortés decía a sus alumnos, agrega Claros, que “siempre he creído, que mi indicación ha influido en mucho para que el doctor Avellaneda haya alcanzado la perfección que todos admiramos en su dicción”.

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