Los mensajes del inicio de las sesiones legislativas

Los mensajes del inicio de las sesiones legislativas

La Constitución Nacional y las cartas magnas provinciales determinan que el primer día de marzo el Jefe del Estado, los gobernadores y los intendentes municipales deben dejar abierta con un mensaje público los períodos de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, de las legislaturas provinciales y de los concejos deliberantes. Este mandato constitucional, desde el regreso de la democracia en 1983 viene cumpliéndose prácticamente a pie juntillas y las crónicas dan muestra de esos actos y su sentido institucional, que pese a la solemnidad y el protocolo que imponen esas circunstancias, han ido derivando en mensajes y ceremonias marcados por la agenda política y la impronta partidaria.

Acto cívico de gran importancia constitucional, toda vez que los principales mandatarios exponen el Estado de la Nación y la situación de las provincias y los municipios que gobiernan, siempre se ha aguardado que esos mensajes se transformen por medio de la voz de sus expositores en verdaderos programas de gobiernos, más allá del necesario diagnóstico sobre el cuadro de situación en el que se encuentran esas respectivas jurisdicciones. En muchas ocasiones, sin embargo, los gobernantes han expuesto largas justificaciones, análisis grandilocuentes y promesas mayormente incumplidas -según va quedando demostrado en la continuidad del proceso- echando por tierra las justas y honradas expectativas que los ciudadanos aguardan con interés y honestidad.

Ciertamente y echando mano a causas extraordinarias desde el punto de vista político, económico, sociales o a alguna crisis internacionales que repercutieron seriamente en nuestro país, los gobernantes -en muchos casos- han conseguido pretextos para explicar las razones por las que algunas de las propuestas que agitaron el año anterior no han podido concretarse o cumplirse. Es una lógica artificiosa que va tornándose en una lamentable práctica oportunista, más allá de algunos casos en los que realmente ese argumento de disculpa se vea ajustado a la razonabilidad o a cuestiones en los que la fuerza mayor hayan impedido su cumplimiento. Y como parte de este glosario quimérico, han ocurrido también casos en los que anualmente se repiten anuncios y compromisos, en ocasiones disfrazados de nuevos u originales, que ya en mensajes anteriores habían quedado instalado como una conquista verdadera.

Es de esperar que en esta nueva oportunidad marcada por nuestras constituciones, los principales gobernantes de nuestro país muestren toda la valía, seriedad y responsabilidad institucional con el cargo que detentan y expongan con competencia y sensatez sus planes, iniciativas y propósitos de gobierno para 2015. Pero los mensajes y actos de hoy adquieren una especial significación en razón de que la mayoría de los gobernantes finalizan sus mandatos al frente de las distintas administraciones. Es que estos discursos no sólo serán los últimos en las condiciones de Presidenta, gobernador o intendentes, toda vez que también nuestras cartas magnas y leyes electorales imponen la renovación de sus poderes, sino que también podrán entenderse como una representación final de sus gestiones.

El balance de los legados, el diagnóstico sobre el estado de sus administraciones y las necesidades, urgencias y proyectos en marcha adquieren entonces el valor de una enorme y sincera rendición de cuentas que debiera ser mucho más profunda, estricta y rigurosa.

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