Un saludador con galera

Un saludador con galera

Crispín, ese tipo popular del viejo Tucumán

COMIENZOS DEL SIGLO XX. Vista panorámica de la ciudad hacia el Noroeste, tomada desde algún balcón. Era la época de Crispín. la gaceta / archivo COMIENZOS DEL SIGLO XX. Vista panorámica de la ciudad hacia el Noroeste, tomada desde algún balcón. Era la época de Crispín. la gaceta / archivo
Otras veces hemos recordado aquella nota de “Aconquija”, en 1936, donde el doctor Maximiliano Márquez Alurralde (1900-1956) quiso echar una mirada a los “personajes populares de Tucumán que se va”. Uno de ellos era un tal Fidel Cristine, a quien el público llamaba “Crispín”.

Era, dice el cronista, “el personaje más típico de la ciudad, en el especto social y galante”. Un “producto de la galera de felpa y del jacquet. Nació de esa unión, consagrado por el rito de la elegancia urbana” y “marcó una etapa en la vida cortés”.

El saludo de Crispín “no era una cortesía en sí, sino una cortesía al saludo. Casi podría asegurar que fue un descendiente del mismo. Muchos de nuestros elegantes han aprendido a saludar con la amabilidad exagerada de Crispín, pero nadie logró la técnica, tipo aviación, con que él remontaba su galera en el aire”.

Dada su condición económica –a veces vendía carbón o lustraba pisos- la ropa que usaba era obsequiada por alguien; pero lucía “más en él que en sus ex poseedores, porque Crispín jamás se vistió con el error de no tener conciencia de su personalidad”. Era un asiduo galanteador de las mujeres, y sobre todo de las adineradas. “Tantos hay también como Crispín que galantean al oro; pero en Crispín había un sentido estético, pues él rendía su homenaje a las futuras hermanas de su jacquet y de su galera”.

Recuerda Márquez Alurralde que, cuando estos atuendos dejaron de usarse, Crispín “se hundió en el olvido juntamente con las modas desaparecidas”. Es que “estuvo de moda con las modas y, como hombre sumamente discreto, ha desaparecido del ambiente con ellas”.

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