El retorno de los soldados

El retorno de los soldados

Un agradecimiento estatal cargado de hipocresía e insensibilidad

RIGUROSO. Finkel reúne minuciosas historias de vida de postguerra. www.washingtonpost.com RIGUROSO. Finkel reúne minuciosas historias de vida de postguerra. www.washingtonpost.com
22 Febrero 2015

No es un libro para la mesa de luz, recomendarían los médicos que saben en qué condiciones ideales debe uno encarar el sueño a la hora de dormir, para evitar sobresaltos por pesadillas.

No es una novela ni un conjunto de ficciones muy bien narradas, con un estilo que, diríamos, era lo singular en Tomás Eloy Martínez: periodismo y literatura, amalgamados para la excelencia del texto y la formulación del contenido. El autor, es premio Pulitzer por su libro Los buenos soldados, que fue considerado en Estados Unidos, su país de origen, como una de los mejores libros de 2009. The Washington Post, que lo tiene por redactor, seguramente fue la plataforma desde la cual se lanza a las profundidades de un tema que por lo general queda en la superficie. Particularmente cuando es la guerra y sus urgencias y dramatismo lo que ocupa la atención de los medios y de la gente que los sigue, “para estar informada”.

Lo que describe Finkel con profundo sentido de la ética del periodismo de investigación tiene una estructura literaria de valor y a la vez de compromiso. La verdad, esa esquiva protagonista de la historia que se difunde contemporáneamente con sordina y pesados velos, es mostrada en un descarnado lenguaje. El que nos muestra la otra guerra, la que no terminó ni en Irak ni en Afganistan para sus soldados. La que les siguió a cada uno retumbando en su humanidad, en la de los 500.000 heridos mentales con definiciones médicas aterradoras: TEPT (trastorno por estrés postraumático) y LCT (lesión cerebral traumática). La guerra terminó, sí esta vez, para los que se suicidaron (cerca de 300 cada año) aunque algunos colgaban de sus uniformes condecoraciones variadas. También sucedió con los veteranos de Malvinas.

El texto de Finkel puede leerse desde cualquiera de sus partes. Minuciosas historias de vida de postguerra donde se pone en evidencia cuán poco importa la atención de los casos de los veteranos dañados y de sus familias, que deambulan entre distintos servicios organizados para atender, y no de la mejor manera, a los veteranos, a los que parece les llega sólo un “gracias por sus servicios”. Vidas destruidas, familias desesperanzadas, en un denso relato que apasiona y conmueve.

El extraordinario trabajo de Finkel en sus innumerables entrevistas con los veteranos enfermos y con sus familias y nutriéndose en fuentes de información irreprochable nos ofrece un “Garnica” literario. Un formidable alegato contra la guerra y lo que se oculta de ellas, en suma. Merece leerse.

© LA GACETA

Carlos Duguech

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