Ese jardín de la demagogia
Luce contento. ¿Por qué me mira sobrándome? Bueno, jodido pero contento, diría mi abuelo. ¿Tampoco lo conforma? Entonces parece que nadie está contento con su suerte... Ya sé, me va a decir que ha visto pasar muchas aguas turbias bajo los gobiernos. ¿Si quedan las huellas dactilares? Seguramente, sí, pero casi nunca se investigan o terminan en un cajón. Si usted llegara al poder y amparándose en leyes tramposas, le oculta a la ciudadanía su declaración jurada patrimonial, ¿qué está queriendo decir con esa actitud? ¿Que no desea que se sepa luego cuánto se enriqueció durante su paso por la función pública? Pedirle a la Justicia en calidad de ciudadano común que abra los sobres lacrados de nuestros representantes, es más difícil que un camello pase por el ojo de una cerradura. La Ley de Acceso a la Información Pública fue vetada hace unos años por el gobernador, ¿le dice algo eso?

Me imagino que se le pasó por la cabeza alguna vez gobernar este Jardín. ¿Que se necesita mucha ambición de poder, demagogia, picardía y sonrisa de estatua... y usted no tiene esas condiciones? Claro, como quien se pone en el lugar del otro, ¿le gustaría estar un rato en la piel de nuestro primer mandatario para ver cuál podría ser su futuro? Imaginemos entonces.

Después de haberlo deseado y pregonado tanto, finalmente, llega a las puertas de la tan anhelada morada. Busca denodadamente el portero eléctrico, luego el timbre. Contrariado, golpea tímidamente y luego con fuerza. Estas se abren lentamente. Se sienta en una banqueta. Ruidos estridentes le despeinan el susto. La niebla invade la pequeña antesala. Divisa una silueta. Parece una mujer. Su rostro lo estremece. Mitad joven, mitad vieja. Con señas le pregunta qué desea.

Usted le explica que ha hecho sobrado méritos para estar ahí. Le cuenta que ha sido un gobernante sin par: ha saneado las finanzas provinciales, ha pavimentado miles de kilómetros de calles, ha construido cientos de escuelas, un hospital y ha reacondicionado otro -el del Este y el ex ADOS-, el megabarrio Lomas de Tafí, miles de soluciones habitacionales; ha puesto en vereda a los ambulantes que estaban eternizados en el microcentro y del desarrollo inmobiliario y turístico ni qué hablar... “Quedó mucho por hacer... en definitiva, le he cambiado la cara a Tucumán”, acota.

Ella lo mira incrédula y le dice: “- Según usted, cuando asumió en octubre de 2003, la deuda pública era de $3.068 millones y actualmente asciende a $4.033 millones. Sin embargo, el Tribunal de Cuentas dijo que era de $7.810 millones con 29 centavos al primer semestre de 2014, es decir más del doble. El Hospital de Este fue donado por el Reino de España y el resto del dinero lo puso la Nación. Tengo entendido que con ADOS, las escuelas, el megabarrio y otros cientos obras, los fondos también provinieron de la Rosada. Pero los $130 millones o más que costó la Legislatura inteligente -nunca se rindió cuentas- salieron del bolsillo de los tucumanos. Prometió, pero no construyó un dique en casi doce años de gobierno. Sometió a los intendentes a su voluntad a través del Pacto Social. Reformó la Constitución para atornillarse en el poder. Se adueñó de la Corte Suprema (a tres de los cinco miembros, los puso usted); desde hace años está en desacato con la Justicia y no les paga la movilidad a los jubilados, que se van muriendo sin percibir lo que le corresponde y usted les niega. ¿Qué puede decir de la impunidad reinante, del crimen de Paulina Lebbos, cuyo autor dijo conocer, y del fiscal que cajoneó la investigación durante siete años... ¿Y su silencio inicial durante el saqueo y las muertes de diciembre de 2013 en que estaba más preocupado por conformar a la policía amotinada que por el destino de los tucumanos? Perdón, ¿quiénes son esos lotes de personas que lo esperan afuera con pancartas? - En uno están mis parientes y amigos; en otro, mis funcionarios, empresarios y mis 40 legisladores, que me han ayudado... - ¿Son los famosos Decididos del Gobernador? Ah, ¿y ese grupo más pequeño? - Mi custodia... - Vea, el tiempo es el que decide y puede quedar aquí por lo positivo o lo negativo, o no ser ni chicha ni limonada. Veo un pueblo acorralado por la presión impositiva y la demagogia, y una clase dirigente rica. Atahualpa Yupanqui decía que ‘uno trabaja de trueno y es pa’otros la llovida’, ¿será ese el destino de los tucumanos?”, dijo la Historia.

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