Venezuela y su guerra económica

Venezuela y su guerra económica

Eyanir Chinea y Alexandra Ulmer - Reuters

26 Enero 2015
BUENOS AIRES.- La “muerte dudosa” del fiscal Alberto Nisman es una razón más que suficiente para que el país no haya tomado nota de que, en materia económica, el año comenzó como de costumbre en lo que se refiere a reclamos del empresariado a las provincias por lo que consideran un nuevo avance en una presión impositiva que ya es récord.

La Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina denunció que en 2014, de los cien municipios más grandes del país, nada menos que 71 aplicaron algún tipo de suba tributaria al sector.

En mayor o menor medida, los conflictos entre gobiernos y particulares en torno de alguna modificación tributaria son moneda corriente en los distritos. Lo fueron en años anteriores y, de no mediar un cambio sustancial en la economía, volverán a serlo en el futuro. Aun cuando, para muchos, se haya sobrepasado el umbral de tolerancia en cuanto a carga impositiva.

Quizás no haya prueba más contundente al respecto que los relevamientos del economista Antonio Margariti. Hace cinco años, había contabilizado 85 impuestos, tasas y contribuciones entre la Nación, las provincias y los municipios. Si el número puede sorprender a algunos, habrá que advertirles que fue superado. Ahora, la cuenta llega a 96. Los tres dígitos están al alcance de cualquier Legislatura. Un reciente informe del Cippec indicó que el consolidado de la presión fiscal de las provincias pasó de un 3,8% del PBI en 2003 al 6,3% en 2013, un porcentaje que debió ser mayor aún en 2014 si se tiene en cuenta que la carga impositiva no acompañó el descenso de la actividad económica. Ese récord de presión impositiva no fue suficiente para evitar un cierre de 2014 con un déficit global de $ 9.000 millones. Déficit menor al de años anteriores, pero difícilmente repetible en un 2015 lleno de condiciones adversas. Estas son algunas:

• Los gremios estatales reclamarán aumentos salariales mayores a los de 2014, en parte por la pérdida real sufrida ese año, pero aprovechando una situación política irrepetible, como la de contar con gobernadores y un jefe de Gobierno con aspiraciones presidenciales. Daniel Scioli, Mauricio Macri o Sergio Urribarri tendrán que optar entre privilegiar la disciplina fiscal o las apetencias electorales.

• La reducción del déficit en 2014 fue impulsada por transferencias nacionales que probablemente no se reiteren este año, como $ 9.200 millones por ATN y un fondo sojero que acompaña el declive de la cotización de la oleaginosa. Eso se tradujo en números que configuraron un año atípico: la participación provincial en la recaudación nacional se elevó del 25,9% en 2013 al 29,7 en 2014. Lejos del 34% de piso establecido en la ley de Coparticipación, pero el dilema a resolver es otro: ¿estará dispuesta la Nación a ser tan “generosa” en 2015?

• En el año operarán vencimientos de deuda por $ 35.000 millones, solo contando las provincias principales. Si llega a haber una devaluación similar a la de enero de 2014, el problema se agravará: el 70% de esos compromisos están sujetos a la cotización oficial del dólar. Pero si no ocurre esa devaluación, los efectos sobre las economías regionales serán peores en lo que respecta a la actividad y, en consecuencia, la recaudación.

Al respecto, una aclaración: si el gobierno nacional no recurre a los aumentos de impuestos no es por su eficiencia administrativa sino por algo mucho más sencillo: con la combinación de la inflación y la falta de adecuación de mínimos no imponibles en Ganancias y Bienes Personales, la recaudación se aumenta sola. Sin tocar un gravamen, en 2014 los ingresos impositivos subieron $ 310.850 millones respecto del cierre de 2013. Las transferencias a las provincias fueron de $ 304.783 millones. Para tener en cuenta a la hora de preguntar quién se beneficia con la inflación.

SAN CRISTÓBAL, Venezuela.- Transportar alimentos en Venezuela se ha convertido en un negocio tan riesgoso como el de cargar valores. Camioneros denuncian que en las carreteras del país son presa de asaltos y secuestros en medio de una ola de escasez de productos, consecuencia en gran medida de la falta de dólares para las cruciales importaciones que necesita el país.

Dicen que hasta compradores desesperados han empezado a acecharlos a la caza de mercadería hoy codiciada como la leche o el pollo. Y eso los ha llevado a reducir la cantidad de viajes que hacen, profundizando la escasez en las ciudades. “Antes podíamos circular de noche para rendir y amanecer en cualquier punto del país con la mercancía”, dijo Arsenio Manzanares, presidente del gremio de transportistas. “Ya no lo podemos hacer porque de noche, si te paras a descansar o accidentado, date por robado”.

Los venezolanos se encuentran tan preocupados por el desabastecimiento, que el problema ya ha desplazado al crimen como su principal dolor de cabeza, según encuestas. Y en las carreteras venezolanas conviven los dos flagelos. Por los caminos del país petrolero se mueve el 95% de la mercadería que consume el país.

El número de entregas se desplomó un 30% en lo que va de año, calculó Manzanares, porque las empresas han reducido la cantidad de viajes ante el temor a los criminales, que aprovechan el escaso alumbrado público y el mal estado de las carreteras.

Reuters solicitó a las autoridades cifras de denuncias de robos en las vías, pero no obtuvo una respuesta inmediata del Gobierno.

Aunque la tasa de robos en Venezuela no es de las mayores de Latinoamérica según cifras de Naciones Unidas, informes privados dicen que eso se debe a que la gente no presenta denuncias por la sensación de impunidad.

Las compañías productoras de alimentos están recurriendo a escoltas privados para resguardar la carga y a equipos de rastreo satelital para vigilar a sus camiones, sobre todo en estados fronterizos por donde se desvanecen miles de toneladas de alimentos en contrabando, dijo un portavoz de la asociación que agrupa a las mayores empresas del rubro.

En las regiones limítrofes, los contrabandistas asaltan a los camiones para vender los alimentos en países vecinos a un precio mucho más alto. “Con comida ya no se puede trabajar porque la carretera está muy peligrosa”, dijo en la ciudad fronteriza de San Cristóbal el camionero Orlando García, que después de sufrir dos atracos, ahora solo transporta plástico.

“Gente desesperada”

La escasez, un problema con el cual los venezolanos se han acostumbrado a vivir, se agravó a principios de este año ante la caída de los ingresos petroleros y una temporada navideña que arrasó con lo que había en los anaqueles.

Y ahora las largas colas en los supermercados también son un riesgo para los transportistas y sus cargas. El Gobierno ha tenido que reforzar la vigilancia en las filas para evitar el caos.

Medios locales han reportado una decena de robos en supermercados y carreteras donde los asaltantes a punta de pistola cargaron con bienes como harina y azúcar.

El presidente Nicolás Maduro acusa a empresarios de no tener escrúpulos y esconder los productos, o de negarse a trabajar para perjudicarlo con una “guerra económica”, a la que considera culpable de la contracción del 2,8% en la actividad y la inflación superior al 64% el año pasado.

Pero del otro lado del ring alegan que el modelo socialista ideado por el predecesor de Maduro, el fallecido Hugo Chávez, se está desmoronando tras años de controles cambiarios, de precios, y de innumerables expropiaciones.

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