Enero no se toma vacaciones

Enero no se toma vacaciones

Enero, suele decirse, es un mes tranquilo. La mayoría lo elige para descansar. Los trabajadores y estudiantes salen de vacaciones después de un año exigente. Es el momento del relax, ideal para combatir el estrés y cargar las pilas para lo que viene. Playas, sierra, valles. Cualquier lugar es bueno cuando lo que se busca es desenchufarse de la vida cotidiana. Allí el movimiento crece. El día se disfruta y la noche se hace más larga de lo habitual. No hay motivos para preocuparse. Todo se hace con lentitud. Cualquiera hora es buena para almorzar o cenar. La oferta de espectáculos es variada y tentadora: cine, teatro, fútbol, recitales. Si el presupuesto alcanza, todo está al alcance de la mano.

Enero puede ser interminable. Si alguien anda con los bolsillo flacos después de un fin de año de exceso, la fecha para el cobro de los haberes parece no llegar nunca. Los días se arrastran. Las agujas del reloj avanzan lentamente. Se sufre el calor, molestan los mosquitos. El ánimo se alterna. Sí, para los que no pudieron viajar y se quedaron en casa, el primer mes del año no se termina nunca.

Enero puede ser el mes más corto de los 12 del almanaque si alguien la pasa maravillosamente bien con amigos o familiares. Sus 31 días perecen pocos para tanto bienestar. Si entre ellos se hace una encuesta, todos coincidirían en decir que febrero debería seguir esperando.

Enero puede llegar con sorpresas. De las buenas y de las malas. El caso Nisman movilizó a los argentinos, los puso en alerta, los obligó a abrir los ojos. Todos quieren saber la verdad. Los que descansan y los que siguen trabajando. ¿Se sabrá algún día la verdad?

Enero, en ocasiones, no se toma vacaciones.

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