Un olvidado proyecto para adornar con arte la ciudad

Un olvidado proyecto para adornar con arte la ciudad

Desde los tiempos más remotos, el ser humano sintió la necesidad de expresar su interioridad y de dejar testimonio de su existencia. La pintura fue una de sus primeras artísticas y les ha permitido a los arqueólogos y espeleólogos desandar la historia y la prehistoria. El muralismo se convirtió en una de las expresiones importantes durante el siglo XX y contribuyó no solo a vestir las ciudades, sino también a proporcionarle, en muchos casos, una identidad.

En nuestra edición de ayer, dedicamos un espacio al mural que rinde homenaje a Benito Quinquela Martín, uno de los maestros de la pintura argentina, en el barrio de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires. La imponente obra que ocupa dos mil metros cuadrados de superficie fue realizada a pedido de la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo, en el marco de la recuperación de la zona, por el artista Alfredo Segatori. “El regreso de Quinquela” fue pintado con aerosol y fusiona cuatro trabajos de Quinquela Martín, entre ellos. El despacho de la agencia Télam cuenta que el trabajo generó el entusiasmo de los vecinos, en especial de los niños del barrio, así como el de un matrimonio, que le pidió al artista que el mural continuara sobre el frente de su casa, lo que fue posible gracias a una empresa que le facilitó la grúa y a otra que le proporcionó la pintura.

Pintor y muralista, Quinquela Martín vivió en La Boca y la temática de sus trabajos giró en torno de las labores portuarias y los barcos. Abandonado a poco de nacer, vivió hasta los seis años en un orfanato hasta que fue adoptado. Integra desde hace años el patrimonio pictórico de nuestro Museo de Bellas Artes “Timoteo Navarro” una imponente obra que evoca una escena del puerto.

En nuestra ciudad, se practica el arte urbano en forma esporádica, generalmente por iniciativa de grupos independientes, que a veces reciben el apoyo de la Facultad de Artes de la UNT o de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. El Grupo Acción Poética ha realizado experiencias significativas, en las que se ha logrado la participación en las pinturas murales de los propios vecinos de los barrios. Los concursos pavimentales para alumnos de las escuelas primarias, que durante varios años motorizó el destacado pintor tucumano Fued Amin con el apoyo de una librería, se fueron extinguiendo.

Hace pocos años, un grupo de pintores tucumanos que le planteó al Gobierno provincial embellecer algunos edificios con gigantografías que representaran obras de artistas locales. La iniciativa apuntaba también a generar trabajo entre los plásticos, teniendo en cuenta además que contamos con pintores de primer nivel y además la Facultad de Artes de la UNT es un semillero permanente de jóvenes. El entusiasmo inicial se diluyó rápidamente y quedó olvidado en algún cajón gubernamental.

En vistas al bicentenario de la declaración de la Independencia, sería interesante rescatar este proyecto, que también podría incluir homenajes a los maestros de la pintura tucumana, como Navarro, Lobo de la Vega, Nieto Palacios, Dumit, Amin, por mencionar algunos nombres. Se podría invitar a la actividad privada a apoyar económicamente este proyecto. Tal vez el próximo gobierno se interese en esta iniciativa. Si un barrio porteño pudo hacer un mural, ¿cómo no va a poder encarar un embellecimiento urbano la ciudad o la provincia?

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