El polo gastronómico le cambió la cara al barrio Haimes

El polo gastronómico le cambió la cara al barrio Haimes

Sobre la calle San Juan hay un corredor de bares, pizzerías y heladerías. Cada vez abren más comercios en la zona. Ya se puede comer hasta sushi en esta zona, que compite de igual a igual con el centro de la ciudad. La plaza en buen estado e iluminada es un imán

VEREDAS REPLETAS. Frente a la plaza Haimes, decenas familias y grupos de amigos se reúnen cada noche para disfrutar de las diversas opciones gastronómicas que se ofrecen en la zona. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll VEREDAS REPLETAS. Frente a la plaza Haimes, decenas familias y grupos de amigos se reúnen cada noche para disfrutar de las diversas opciones gastronómicas que se ofrecen en la zona. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
Nació como un barrio de casas bajas y calles poco transitadas. Y así se mantuvo hasta no hace mucho. Hoy la postal ya no es la misma. En los últimos años, el corazón del barrio Haimes cambió la cara y se convirtió en un polo gastronómico que compite de igual a igual con el circuito más clásico de la ciudad, en el centro. La transformación, por ahora, genera sentimientos encontrados en los vecinos: por un lado apoyan que haya más movimiento. Y también demandan más infraestructura y ordenamiento por las noches.

El barrio Haimes está ubicado a cinco cuadras del centro de Concepción. En él están desde la cancha del Concepción Fútbol Club las escuelas más tradicionales de la Perla del Sur. Se caracteriza por tener una de las plaza más lindas de la ciudad. Tiene un jardín prolijo, con plantas y flores, y tantos juegos que parece un parque de diversiones. Además, es un espacio seguro: hay cámaras de vigilancia y policías todo el día.

La gran convocatoria que tiene la plaza Haimes ha generado la apertura de diversos comercios alrededor. Sobre la calle San Juan ya casi no quedan viviendas habitadas. Todos son locales: hay pizzerías, sandwicherías, heladerías y bares.

Ni un alfiler
Es un día como cualquiera. Jueves a las 20. Un joven con bíceps de gimnasio charla con una señora que pasea su caniche por la plaza. Martín, un vendedor ambulante, acomoda sobre una mesita sus artesanías. Un grupo de amigos se apura para llegar rápido a ocupar la mesa de uno de los bares de la zona. Todo pasa en el barrio Haimes. Cuando baja el sol, decenas de autos invaden la zona y en algunas veredas no cabe un alfiler. Si es fin de semana, seguro que la cuadra principal, en San Juan al 100, se cierra al tránsito.

“Pienso que mi papá fue un visionario. Hace más de 10 años no sabía qué hacer: si abrir un negocio de materiales eléctricos o un bar. Se quedó con esta última opción y le fue demasiado bien”, cuenta Marcelo Aguilar, encargado de la sandwichería ubicada frente a la plaza.

Muchas familias van a comer a esta zona porque sus hijos pueden cruzar tranquilos hasta la plaza para jugar allí. “Abrimos hace 16 años, aunque el boom lo empezamos a ver hace cinco años. Esto nos llevó a trabajar todas las noches”, resalta Ramón Medina, encargado de un bar.

Algunos restaurantes que antes estaban en pleno centro o sobre la ruta 38 decidieron mudarse al barrio Haimes. El polo gastronómico se ha ido extendiendo y ya abarca varias cuadras en la zona. Las calles Shipton y Colombres al 2.200 se empiezan a transformar de la mano de bares, heladerías, parrilladas y pancherías. “Antes teníamos el negocio cerca del hospital (Miguel Belascuain) y nos vinimos para acá. Este lugar es más cómodo, más accesible; disfrutás del aire libre”, resalta Gloria Viviana Rearte, propietaria de una parrillada. “Lo malo de todo esto es que los fines de semana es una locura por la cantidad de gente y no hay lugar para estacionar”, opina la comerciante (Ver “Contentos con el progreso...” ).

Marcela Santamarina, dueña de una heladería que acaba de abrir sus puertas en diagonal a la plaza Haimes, apuesta a que el polo gastronómico en la zona siga creciendo. “Es el lugar más lindo de la ciudad para salir a pasear en familia”, comenta.

Sin dudas uno de los más audaces de este corredor es Franco Lagoria. Hace dos años abrió un local que se especializa en platos orientales. Sobre las pequeñas mesas de madera de este negocio el protagonista es el sushi. “Al principio costó mucho introducir estos platos en Concepción. Fue hasta que la gente se animó a probar. Ahora tenemos un montón de clientes fijos y nuevos”, cuenta este joven.

“Elegí la zona por el desarrollo que viene manteniendo. Creo que a la gente le gusta porque es un lugar más relajado. Además, el centro de la ciudad es muy chico y acá hay más posibilidad de expandir el polo gastronómico”, añadió.

Las pancherías son la gran atracción de los jóvenes que se reúnen en la zona. Sobre las veredas se forman largas colas de gente que espera su superpancho para después ir a sentarse a la plaza. Los golosos pasan directamente por las heladerías.

A la medianoche sigue llegando gente dispuesta a comer algo al aire libre. Muchos de los habitués viven en barrios cercanos, algunos vienen de otras ciudades del sur de la provincia porque saben que ahí encontrarán opciones para todos los gustos.

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