Los celadores de manzana

Los celadores de manzana

Cuidaban “el orden y la moral” en la calle.

CIRCULAR DE 1858. En hoja suelta y dirigida a los comisarios, se imprimió la reglamentación del jefe de Policía respecto a los celadores. LA GACETA / ARCHIVO CIRCULAR DE 1858. En hoja suelta y dirigida a los comisarios, se imprimió la reglamentación del jefe de Policía respecto a los celadores. LA GACETA / ARCHIVO
En 1858, se había designado para la vigilancia de la ciudad, los llamados “celadores”, dependientes de la Policía, cada uno de los cuales tenía a su cargo una manzana. El 14 de junio de ese año, el jefe de Policía, coronel Juan Elías, les dirigió una circular que fue impresa en hoja suelta. Allí se fijaban las obligaciones de los celadores, en siete artículos.

Debían, en primer término, cuidar “la conservación del orden y la moral”. Tenían que hacer cumplir los edictos que reprimían “la embriaguez, el uso del cuchillo, el juego de todo género, la venta de licores en pulperías para ser consumidos en ellas”. Asimismo, impedir “los bailes de gente vulgar” sin permiso, y los “velorios de angelitos”, que por disposición reciente quedaban “absolutamente prohibidos”.

Igualmente, estaba entre sus obligaciones “impedir que las personas que fallezcan súbitamente sean sepultadas inmediatamente”. De este hecho, debía darse parte “instantánea” a la Policía. Obviamente, debían capturar a todo el que cometa “cualquier género de delito”, y los ciudadanos estaban obligados a auxiliarlos. No podía negar este auxilio “sin incurrir en la nota de criminales”.

Era también de su competencia impedir que se arrojasen “materias insalubres a la calle”, así como acumular “materiales o escombros”. En fin, como regla general, “los celadores deben dar parte a sus respectivos comisarios de cuanto ocurra, digno de atención, en las manzanas confiadas a su patriótico celo, siéndoles prohibido imponer ningún género de multas, que es sólo del resorte del comisario del cuartel”.

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