Las horas del balance y de los augurios

Las horas del balance y de los augurios

Entre celebraciones, exámenes y balances que prácticamente imponen las fiestas de Fin de Año, las familias, las empresas, la sociedad en su conjunto, encaran casi obligadamente estos últimos días del año con la vista puesta en las perspectivas, en lo próximo que vendrá. Ese ejercicio social vasto, profundo y ancestral se ha ido transformado en una práctica que ha permitido acomodar proyectos, plantearse ilusiones, elaborar estrategias y hasta conductas tanto personales y familiares como colectivas y sectoriales. En tiempos complejos, difíciles para muchos y marcados por los aciertos y -sobre todo- por los equívocos, dudas o errores de los liderazgos políticos que signan los destinos del país, la provincia y municipios, lo que se viene extrañando en esta época del año, es precisamente el análisis, el diagnóstico y las señales de perspectivas de quienes gobiernan, de las autoridades que ejercen la responsabilidad de conducir los estados nacionales y provinciales.

Esa criticada práctica de las gestiones políticas de referirse fundamentalmente a los acontencimientos de coyuntura, a las urgencias cotidianas, al día a día de las cosas, sin mayores precisiones o fundamentos sobre las perspectivas o sobre lo que realmente se presume que puede ocurrir o deparar el futuro posible -con sus más y sus menos, con lo que podría descontarse o construirse- es todo un déficit de la política y del mensaje de las administraciones públicas que se evidencia mucho más en estas horas. No es necesario explayarse en explicar la importancia que tienen las decisiones, los actos de gobierno y hasta las señales sobre la realidad que se avizoran desde esa posición privilegiada y orientadora, sobre la vida y el patrimonio de todos.

En esa línea, no deja de sorprender e inquietar que los continuos discursos de la Presidenta de la Nación se concentren básicamente en lo que considera un éxito y avances de la gestión de su Gobierno: respecto del verdadero estado de situación del país explica poco o elude decirlo; la autocrítica respecto de lo hecho brilla por su ausencia, sobre lo que espera de 2015 para los argentinos no aparece claramente en sus anuncios. Y otro tanto pasa con las palabras de los gobernantes provinciales y municipales: la lógica de la comunicación gira en torno a la inauguración de alguna obra o de la visita oficial a otro trabajo en marcha.

Preguntas de fondo que gran parte de los argentinos necesitan responderse estos días aún esperan la respuesta oficial. ¿Qué ocurrirá en 2015 con el valor de la moneda? ¿Qué pasará con los recursos si continúan los actuales valores de la soja -a la baja- y del complejo agropecuario, que son el principal sostén de la economía argentina? ¿Hasta dónde afectará a los argentinos la política cambiaria de nuestro principal socio comercial -Brasil- que viene impulsando la devaluación de su moneda? La baja del precio del petróleo crudo, que puede significar un ahorro en las cuentas públicas ¿se traducirá en una baja del combustible? ¿Hasta cuándo podrá sostenerse el actual precio del azúcar -similar al de hace dos años- sin que signifique más quebranto y desaliento para la actividad? ¿Podría comenzar a construirse en 2015 el dique Potrero Las Tablas como una alternativa superadora a la escasez de agua en Tucumán? Ojalá en estos días que restan para las Fiestas las autoridades hagan su aporte para que el diagnóstico de lo cotidiano y real se resuelva con más profundidad y perspectiva; acaso con más fundamentos de esperanzas.

Temas Brasil
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios