Por José Nazaro
13 Diciembre 2014
Llegó al teléfono como uno más, como uno de los tantos que se descargan desde algún grupo de Whatsapp y que, habitualmente, terminan siendo eliminados casi inmediatamente. Pero por alguna razón, este recibió play. Y valió la pena.
La misma nota cálida de un piano, que se repite, acompaña los primeros segundos del video que propone un experimento. Casi inmediatamente después, chicos de distintas edades se sientan frente a una mesa grande y petisa, como la de un jardín de infantes lleno de luz. Y empiezan a escribirle cartas a los Reyes Magos. Uno de ellos, disfrazado de oso, pide un juego. Otro, rubio y redondo, se ilumina cuando se le ocurre la Wii. El tercero, que viste moño al cuello, se anima a soñar con una guitarra. Así, llenan páginas y páginas.
De pronto reciben una nueva hoja en blanco. La consigna es desafiante: “¿Qué les pedirías a tus papás en esta Navidad?”. Piensan, se rascan la cabeza, muerden el lápiz y empiezan a garabatear renglones. “Que hagamos más experimentos en casa”, “Que cenes con nosotros”, “Que juguemos al fútbol juntos”, “Que me hagas cosquillas” leen los padres. Y se emocionan. Al fin y al cabo, el mensaje es el mismo para todos: “Pasemos más tiempo juntos”. Y es inevitable pensar en las gracias, en las alegrías, en las penas y en las sonrisas de los hijos que a veces nos perdemos no necesariamente por vivir trabajando, sino simplemente por permanecer inexplicablemente pendientes del teléfono o por estar en casa como ausentes, con la mente instalada en la oficina, en los problemas, en los proyectos.
El video (integra una campaña de responsabilidad social de una empresa que fabrica muebles en España y se lo puede ver en www.laotranavidad.es) termina con un desafío aún mayor para los chicos. “Si tuvieras que elegir solo una de las dos cartas ¿Cuál mandarías? ¿La de los Reyes o la de tus papás?” Ninguno lo duda.
La misma nota cálida de un piano, que se repite, acompaña los primeros segundos del video que propone un experimento. Casi inmediatamente después, chicos de distintas edades se sientan frente a una mesa grande y petisa, como la de un jardín de infantes lleno de luz. Y empiezan a escribirle cartas a los Reyes Magos. Uno de ellos, disfrazado de oso, pide un juego. Otro, rubio y redondo, se ilumina cuando se le ocurre la Wii. El tercero, que viste moño al cuello, se anima a soñar con una guitarra. Así, llenan páginas y páginas.
De pronto reciben una nueva hoja en blanco. La consigna es desafiante: “¿Qué les pedirías a tus papás en esta Navidad?”. Piensan, se rascan la cabeza, muerden el lápiz y empiezan a garabatear renglones. “Que hagamos más experimentos en casa”, “Que cenes con nosotros”, “Que juguemos al fútbol juntos”, “Que me hagas cosquillas” leen los padres. Y se emocionan. Al fin y al cabo, el mensaje es el mismo para todos: “Pasemos más tiempo juntos”. Y es inevitable pensar en las gracias, en las alegrías, en las penas y en las sonrisas de los hijos que a veces nos perdemos no necesariamente por vivir trabajando, sino simplemente por permanecer inexplicablemente pendientes del teléfono o por estar en casa como ausentes, con la mente instalada en la oficina, en los problemas, en los proyectos.
El video (integra una campaña de responsabilidad social de una empresa que fabrica muebles en España y se lo puede ver en www.laotranavidad.es) termina con un desafío aún mayor para los chicos. “Si tuvieras que elegir solo una de las dos cartas ¿Cuál mandarías? ¿La de los Reyes o la de tus papás?” Ninguno lo duda.
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