Mercado, especulación y cultura de la celebridad

Mercado, especulación y cultura de la celebridad

Las condiciones en las que una obra de arte se forja como tal y deviene capital simbólico

COMERCIALIZACIÓN. Isabelle Graw ahonda en la idea del “valor simbólico” de una obra de arte. fnp.de COMERCIALIZACIÓN. Isabelle Graw ahonda en la idea del “valor simbólico” de una obra de arte. fnp.de
14 Diciembre 2014

Ensayo

CUÁNTO VALE EL ARTE

ISABELLE GRAW

(MarDulce - Buenos Aires) 

Isabelle Graw (Alemania, 1962) es profesora de estética e historia del arte en la insigne Städelschule, de Frankfurt, y asimismo dirige la no menos insigne revista Texte zur Kunst. Las referencias no serán ociosas: acreditadas, selladas y reconocidas las credenciales de esta ensayista residente en Berlín, se vuelve urgente reponer la entidad de un libro llamado a persistir en el tiempo. Un libro de catálogo. Sea como fuente de consulta, a secas, sea como sustancioso estímulo a desandar huellas que en su momento dejaron Pierre Bourdieu, Walter Benjamin, Theodor Adorno, Michel Foucault, entre otros, en la búsqueda de establecer las condiciones en las que una obra de arte se forja como tal y deviene capital simbólico y juguete del mercado.

En efecto. En ¿Cuánto vale el arte? (Mercado, especulación y cultura de la celebridad), Graw se aboca a examinar en detalle el vínculo fundante entre el arte y el mercado y persevera en la hipótesis de que, al tiempo que se reclaman, se repelen mutuamente. En rigor esta línea de trabajo recorre cada capítulo, cada tema y cada subtema, pero siempre inspirada por la vocación de reponer lo específico de cada complejidad y de dotar a las conjeturas de saludables respiraderos. Éste supone uno de los puntos clave del texto, por lo menos en dos aspectos, uno metodológico, y el otro, ético. El metodológico atañe al vigor con que Graw enuncia desde la pregunta. Bien sabemos que el arte de toda filosofía o de pretensión filosófica reside menos en dar respuestas que en poner los interrogantes en el escenario adecuado. El aspecto ético, a su vez, atañe a un rol que la propia autora define como el de “observador participante”. Admitida su condición de editora de una revista que vende espacios publicitarios a las galerías y su consiguiente implicación con el mercado del arte, Graw asume su derecho a la crítica e incluso a impugnaciones enfáticas. Dice la ensayista alemana: “La crítica puede asociarse con las condiciones del mercado y simultáneamente desafiarlas”.

Que de desafíos de vieja data, irresueltos y por añadidura crepitantes va este libro capaz de despertar un genuino interés en especialistas, legos y recién llegados. Después de todo, las tensiones entre arte y juicio estético, entre arte y mercancía, entre arte y valoración pública, son tan añejas como añeja es la noción de cultura en sentido amplio y en sentido estricto. Graw sabe de lo que habla y lo formula en los términos de una pedagogía accesible, de una profundidad reveladora y acaso de una honestidad intelectual que debería ser recompensada con lecturas atentas y fecundas.

(C) LA GACETA

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Walter Vargas

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