Por Miguel Eduardo Décima
08 Diciembre 2014
EUFORIA. La Florida consiguió el título gracias a un golazo de López. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
Tuvieron que pasar 12 temporadas para que el hincha “tricolor” volviera a celebrar un título liguista. La Florida consiguió el título al derrotar 1-0 a Sportivo, en la final que se jugó en el estadio de San Martín.
Héctor López, con un soberbio tiro libre, a cuatro minutos del final del encuentro, estableció la diferencia para los dirigidos por Martín Anastacio.
Seguramente, el grito triunfal de Doña “Gringuita” Garnica, el emblema de la hinchada “tricolor” se escuchó más que nunca en el barrio 19 de la localidad del este tucumano, cuando Diego Rodríguez Fernández levantó los brazos al cielo marcando el final y sentenciado el triunfo de su querido “floridita”. Y el júbilo que se desató en la tribuna de la Rondeau era merecido. Su equipo había realizado los méritos para conseguir su segunda consagración en un Anual liguista sin sufrir tanto.
Desde el mismo momento que la pelota se puso en juego, La Florida demostró que tenía los argumentos futbolísticos como para establecer una superioridad en el partido. La enorme jerarquía de Héctor López fue el bastión que expuso el “tricolor” para manejar el cotejo a su voluntad. Pero este dominio territorial se diluía a medida que se acercaban al área defendida por Nahuel Abregú.
Argumento escaso
Los “julianos” carecieron de ideas futbolísticas como para tratar de emparejar el juego. Su mayor apuesta fue buscar que Diego Velárdez hicieran valer su capacidad goleadora. Un argumento escaso para sorprender a una zaga que se mostró segura y expeditiva.
Cuando todo parecía indicar que era inminente la definición por penales, el “Arenero” -la gran figura de la final- con un toque maestro de derecha, le dio la victoria a La Florida, que tanto merecía y que fue largamente festejada.
Héctor López, con un soberbio tiro libre, a cuatro minutos del final del encuentro, estableció la diferencia para los dirigidos por Martín Anastacio.
Seguramente, el grito triunfal de Doña “Gringuita” Garnica, el emblema de la hinchada “tricolor” se escuchó más que nunca en el barrio 19 de la localidad del este tucumano, cuando Diego Rodríguez Fernández levantó los brazos al cielo marcando el final y sentenciado el triunfo de su querido “floridita”. Y el júbilo que se desató en la tribuna de la Rondeau era merecido. Su equipo había realizado los méritos para conseguir su segunda consagración en un Anual liguista sin sufrir tanto.
Desde el mismo momento que la pelota se puso en juego, La Florida demostró que tenía los argumentos futbolísticos como para establecer una superioridad en el partido. La enorme jerarquía de Héctor López fue el bastión que expuso el “tricolor” para manejar el cotejo a su voluntad. Pero este dominio territorial se diluía a medida que se acercaban al área defendida por Nahuel Abregú.
Argumento escaso
Los “julianos” carecieron de ideas futbolísticas como para tratar de emparejar el juego. Su mayor apuesta fue buscar que Diego Velárdez hicieran valer su capacidad goleadora. Un argumento escaso para sorprender a una zaga que se mostró segura y expeditiva.
Cuando todo parecía indicar que era inminente la definición por penales, el “Arenero” -la gran figura de la final- con un toque maestro de derecha, le dio la victoria a La Florida, que tanto merecía y que fue largamente festejada.
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