Cartas de lectores
07 Diciembre 2014
DISCÉPOLO Y NIETZSCHE

Gracias a un aporte del lector Diambra Caporaletti, hace un mes pudimos repasar toda la letra del tango “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo. Con su simple lectura -dejando de lado la música- impacta más su dramatismo, aunque hay quienes lo toman como un tango humorístico. Personalmente, me trajo a la memoria un artículo cuidadosamente guardado, por lo valioso de su contenido, aparecido en el Suplemento Literario del 23/2/92. ¡Cuán cierto eso que dijo Gardel, que 20 años no es nada! Me refiero al titulado “Enrique Santos Discépolo y Federico Nietzsche”, del fallecido profesor Emilio Carilla, quien lo envió al diario desde Colonia, Alemania. Sostiene -y lo fundamenta- que el tanguero leyó obras del filósofo alemán. Para la nota selecciona la más nombrada: Así hablaba Zaratustra. Cita varios párrafos de ese libro. Reproduzco, sintetizando, estos conceptos: “¡...ya no hay honor alguno! ¡Jamás el mundo estuvo tan podrido!” “La plebe quiere decir mezcolanza escandalosa. En la mezcolanza plebeya hay de todo: santo y bribón, noble y villano...” “¡Las bonitas costumbres! Pero si todo es falso, todo está podrido”. “Lo que más asco me da es que los reyes se han vuelto falsos... y los más tontos y los más listos trafican con el poder”. “Nada es cierto, todo está permitido. ¿Dónde ha ido a parar el bien? ¿y toda vergüenza, y todo lo que fue en los buenos?” “La vida ya no vale la pena vivirse, todo es igual...”. No se puede negar que estos conceptos hacen evocar los de “Cambalache”. Valga la aclaración de que en el tango la palabra lunfarda dublé alude a algo falso (derivada del francés). Según Carilla habría en Discépolo “una asimilación de ideas de raíz nietzscheana, y un apoyo en la animación y el aire aforístico que lo caracterizan”. En “Cambalache”, afirma, “nos ofrece una visión pesimista de la condición humana... y el retrato de una sociedad que desprecia los valores espirituales y la jerarquía”. Cuento esta curiosidad, que Carilla no menciona: el filósofo -igual que el bardo porteño- también componía música. Incluso llegó a decir que sin la música la vida sería un error. Un amigo que estuvo en Alemania me regaló, hace varios años, un CD con 16 lieder de Nietzsche. Con diccionario en mano curioseé los títulos. Señalo estas dos coincidencias, que impresionan. Uno de los lieder se titula “Tormenta” (Ungewitter). Y así se llama un lacerante tango de Discépolo. En él le dice a Dios que precisa luz para seguir, y le pregunta con desesperación: si el honrado vive entre lágrimas, ¿cuál es el bien? Otra canción del alemán se titula “De la juventud” (Aus der Jugendzeit). El tanguero compuso el hermoso y melancólico vals titulado “Sueño de juventud”. ¿Simple casualidad? Para terminar con algo de humor un tema algo denso. Con cierta licencia, el título de una canción de Nietzsche podría traducirse como “Canto a la vida”. El “Narigón” no tiene un tango que se llame así. Pero a su tango humorístico Victoria “canto a la vida” le viene como anillo al dedo como subtítulo. Porque el protagonista salta de alegría -“desatentao”- por la nueva y linda vida que lo espera, después de diez años de estar “atao”. Pasa que su “jermu” se piantó del bulín; lo dejó amurado, y se tomó el olivo con un cusifai. Se libra así, de la condena de vivir “sacrificao”. ¡Grande, Discepolín!

José E. Santillán

Lizondo Borda 1.137

San Miguel de Tucumán

PRECIOS POR LAS NUBES

Parece que se aprovechan del discurso de nuestra Presidenta al anunciar que no se descontará el impuesto a las ganancias en el aguinaldo. Sin límites los precios cuidados se fueron a las nubes. Ya no sorprende que los hipermercados sean más caros que un almacén de barrio, y es verdad, realicé comparaciones de artículos de primera necesidad y me di cuenta de que no hay control, por parte del Estado provincial. Que algún inspector corrobore este atropello al consumidor, llegan las Fiestas y ¡todo es más caro!

Carlos Rubén Ávila

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LA POLÍTICA Y LAS PERSONAS

El lector Ramón Eudal (carta del 23/11) repite todo lo que dice TN. Si los dineros de “nobilísimos”, como la duquesa de Alba, se distribuyeran con equidad, no habría desnutrición infantil. ¿Qué hace esta gente para tener tanta fortuna? Hace un tiempo, un comunicador de TN, Marcelo Bonelli, expresaba: “¡Buena pilcha! ¡qué corbata!”, admirando a los elegante auditores del FMI, con camisas y sacos “bien prendidos” a la usura internacional. ¡Así nos fue! Se discutía la ley de Medios y este mismo señor decía: “Quedaremos sin trabajo”. Hoy por hoy, él y algunos más trabajan desde el amanecer en radios, diarios, revistas y TV, esmerilando gobiernos democráticos. Si cedieran espacios a periodistas y locutores sin trabajo, bajaría la tasa de desempleo. Fue indignante y agraviante el gesto de Lanata. Espero que los que dan a conocer actos incorrectos del sector público equilibren la balanza y denuncien la corruptela que brota en el sector privado. Opinen de los impolutos de guante blanco que triangulan operaciones comerciales, evadiendo impuestos, enviando millones de divisas a Suiza. La AFIP dará cuenta de ellos. Como maestro rural traté con señores que no sabían leer ni escribir, pero sí respetar, condición que no tienen Mauricio Macri (“los trabajadores deben ganar lo mínimo por lo que hacen”), Felipe Solá (“la gente está canchera, aceptará cobrar menos de su salario”), el “periodista show” de Canal 13 (“la gente cederá un 10% del sueldo para formar un fondo común”). Señores opositores, respeten a la ciudadanía, no se amontonen con el solo objetivo de “voltear a Cristina”. Presenten proyectos y hagan ganar al pueblo argentino, sean serios. La política tiene que ver con personas. En LA GACETA Deportiva del 23/11, el periodista Fernández Moores da a conocer un diálogo entre Borges y Bioy Casares. Dice el primero, refiriéndose al boxeador Pascual Pérez: “qué lástima que haya ganado un peronista inmundo”. Pasó el tiempo; hoy, en las marchas de protesta de los opositores cambiaron algunas palabras, pero el odio es el mismo de ayer. Preocupado, recordé el 22 de noviembre de 1963 en Dallas.

Hugo Vallejo

Manuel Estrada 3.850

San Miguel de Tucumán


LA CONQUISTA (i)

La conquista de América en manos de España genera debates en los que se distinguen, en líneas generales, dos tendencias: el indigenismo y el hispanismo. Los indigenistas niegan, recurriendo a argumentos poco serios, que previo a la llegada de los españoles, en nuestro continente había reinos expansionistas, guerras sangrientas y sacrificios humanos. A su vez, los hispanistas pretenden hacernos creer, del modo más pueril, que la leyenda negra es un invento tendiente a desprestigiar a España, la que habría venido a América a liberarla, mediante la evangelización, de supuestas garras demoníacas. Se caracteriza el hispanismo por minimizar los enormes abusos cometidos por los españoles y sus descendientes criollos. Indigenistas e hispanistas tienen discursos tendenciosos y muy poco objetivos.

Ernesto Sánchez Ance

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LA CONQUISTA (ii)

La polémica suscitada por el Descubrimiento de América me tiene entusiasmada, Colón descubrió América “sin querer queriendo” como diría el Chavo. Fue la providencia que lo trajo y él murió creyendo que era la India sin enterarse que era un continente que permanecía oculto aún al concierto del mundo. Soy argentina, hija de españoles, orgullosa de los dos aportes que han dado y siguen dando a mi vida esas dos condiciones que constituyen mi persona. En mi escuelita de aquel pueblo salteño aprendí a amar a los héroes también hijos de extranjeros y a mis cantos mestizos mezclados de sones indios, bailes y tonadas como las de Atahualpa Yupanqui. Viví cinco años en Bolivia y aprendí a amar con más cercanía a los pueblos originarios y hasta asimilé algunas de sus tradiciones religiosas en un sincretismo perfecto, como participar de los banquetes que allá se preparan a los muertos de la familia para que el 1º de noviembre vengan y tomen el “sumo”, dejándonos a los vivos el manjar intacto para que lo “terminemos” al día siguiente. Me gustan la mazamorra y la paella, me gustan el huayno y el pasodoble. Me di cuenta que la Cruz no es enemiga de la Pachamama, más bien la ilumina. Los pueblos originarios vieron en Cristo a un Dios cercano a sus esperanzas, alegrías y sufrimientos contemplándolo en la cruz. Hay que ver en México y en todos los países latinoamericanos cómo los nativos aprendieron a interpretar, esculpiendo imágenes sagradas exquisitamente, el dolor y el gozo del sentir cristiano porque ya ellos eran cristianos. Ver esas obras de arte estremece el alma. Por esa y por muchas razones más, ¿qué sacamos hurgando las miserias que todos compartimos cualquiera sea el lugar del planeta que ocupemos? Yo, por mi parte, quiero ejercer mi amor a mi patria y a América tratando de ser cada día mejor persona, honrando a todos los que entregaron su vida en esta bellísima tierra; pueblos originarios y españoles.

Teresa Ofir Toral de Grau

Las Heras 355

San Miguel de Tucumán

LA CONQUISTA (iii)

Quiero referirme al cacique Hatuey, citado por fray Bartolomé de las Casas. Fue un caudillo taíno, amerindio, que luchó contra los conquistadores en las islas La Española y Cuba, en 1512. Los españoles -sincerémonos- vinieron a América a enriquecerse. Ese fue su principal objetivo. Para ello debieron eliminar a los pueblos originarios que se resistían. Según De las Casas, Hatuey mostró a los taínos de Caobana una canasta que contenía oro, plata y joyas, y les dijo: “Este es el Dios que los españoles adoran. Nos dicen que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen esclavos. Nos roban, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper”. Derrotado por los españoles, fue condenado a morir en la hoguera. A punto de ser quemado un clérigo le dijo que se convirtiera al cristianismo para poder subir al cielo luego de su muerte. Hatuey preguntó: “¿y ustedes también van al cielo?” Le contestó afirmativamente. Entonces el cacique respondió: “entonces no quiero ir allá, sino al infierno por no estar donde estén y por no ver gente tan cruel”.

Gustavo Ovejero

Congreso 693

San Miguel de Tucumán

LAS PIEDRAS AL 700

Sería muy auspicioso para los vecinos si algún funcionario municipal visitara la calle Las Piedras al 700, especialmente en los días de lluvia, para darse cuenta de que se inunda y que su pavimento se encuentra además en mal estado.

Helena Díaz Ramírez

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REUNIDOS O DIVIDIDOS

Ya sea que para las fiestas mucha gente se reúna para dividirse o se divida para reunirse, lo cierto se patentizará en el resultado de los encuentros, si los hubiera. La voluntad política, que da éxito o ruina a toda gestión humana, hace indiscutible la frase kafkiana que afirma que cuando la hipocresía pierde calidad es hora de decir la verdad. En la Argentina, la verdad suele andar medio desnuda, vestida a medias, con medias intenciones, en fin: con medias y comedias. Pero quizá importe poco ya que la gente suele definirse más por lo que come, que por lo que comunica. Por suerte, nos queda el escenario del brindis que permite disfrutar en conjunto aunque, nos advierte Kind, entre los labios y el borde de la copa se cierne la mano de los poderes oscuros.

Osvaldo Aiziczon

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BUROCRACIA EN EL CORREO

Soy familiar de un adolescente discapacitado que cobra su pensión no contributiva en el Correo de Alderetes. En la actualidad, anunciaron el adelanto de los números de pago y a la fecha no pudo realizar su cobro debido a que las autoridades dicen no contar con el dinero suficiente para responder a tanta demanda. Hay un agregado más, dicha entidad no paga los lunes como norma. Si a este tipo de pensión se le suman todos los cobros que allí se realizan, es inhumano ver las colas y las diferentes personas que allí concurren y no son atendidas como corresponde. Alguien dijo: “Mejor que decir es hacer. Mejor que prometer es realizar”, entonces en honor a la verdad y los ciudadanos debería cumplirse estas máximas y no tan sólo cuando se refieran a campañas políticas y partidistas. La cultura de un pueblo queda manifiesta cuando verdaderamente se dan soluciones a los problemas, sin mantener cautiva a su población.

Sergio Estrade

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ESCASEZ DE AGUA

El agua, algo tan fundamental en la vida de un ser humano, hoy no la tenemos; por nuestras canillas recibimos chorros, gotas. No alcanza a veces para llenar el depósito del baño, en algunos momentos sale sucia . Todavía hay que pagar la factura por un servicio que no tenemos. Y ahora están poniendo medidores de agua. ¿Qué consumo de agua van a medir?, pregunto. Se están burlando de los usuarios; yo, por lo menos, estoy cansado de esta burla. Invito a mis vecinos a que se quejen, por cualquier medio, a ver si logramos que dejen de reírse de nosotros. No hace falta que enumere las calles que tienen este problema, la SAT las conoce muy bien. Invito a quien le corresponda mejorar todo esto, que lo haga, pero ayer. Gracias.

Guillermo Rubén Arismendi

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EL ATAQUE A PEARL HARBOR

El 7 de diciembre de 1941, sin previa declaración de guerra, Japón atacó la base naval estadounidense de Pearl Harbor en la isla Oahu, Hawaii. Las pretensiones imperialistas en el Pacífico habían comenzado ya en 1937 de igual modo cuando Japón atacó China y sojuzgó a su población civil, causando millones de muertes inocentes, creando campos de exterminio, empleando armas químicas y arrasando toda civilización. Mo Yan, el premio Nobel de Literatura, retrata fielmente en “Sorgo rojo” los padecimientos de la población china durante la ocupación japonesa. Cuando en 1940, el Mikado adhirió al pacto nazi fascista y quedó conformado El Eje, se sintieron respaldados para avanzar sobre la Indochina francesa, Birmania, Borneo, Filipinas y llegar a avistar las costas de Australia. El teatro de operaciones del Pacífico fue tal vez más extenso que el de la guerra europea y el racismo tuvo allí igual o peor efecto. El fanatismo, el culto a la personalidad, el fervor criminal frente al enemigo y el desprecio por los “seres inferiores” empezó en Japón en simultáneo con la locura de Hitler. En busca también del “espacio vital”, Japón se expandía por todo el Pacífico. El enemigo a vencer eran los Estados Unidos, única fuerza capaz de sostener el equilibrio de la convivencia en esa área. Mejor era atacarlo por sorpresa, como ya había hecho Hitler al volverse contra la Unión Soviética en junio del mismo año, pese al pacto que existía entre esos dos totalitarismos. Por eso, en una operación sin precedentes, se envió un grupo de asalto a las órdenes del almirante Nagumo, compuesto por seis portaaviones, conteniendo un total de 432 aparatos, un grupo de apoyo comandado por Mikawa, con dos acorazados y dos cruceros pesados y un grupo explorador a mando de Omori con un crucero ligero, nueve destructores y 28 submarinos más el auxilio de suministros a cargo de ocho petroleros. Semejante fuerza tenía por objetivo destruir a la flota norteamericana fondeada en Pearl Harbor, para así garantizarse el predominio naval y concluir el vasallaje de semejante zona. Los civiles espías japoneses residentes en Hawaii completaron el cuadro al brindar información exacta de la ubicación de los buques norteamericanos. Fue tan inesperado el ataque que los marines creían se trataba de la visita protocolar de una flota soviética. Los feroces Mitsubishi “zero” se tomaron su tiempo para explorar y comenzar el ataque esa madrugada. En dos oleadas, en cuestión de minutos dejaron fuera de combate a 18 buques de gran importancia, averiaron seriamente muchos otros y destruyeron además todas las instalaciones, 182 aviones y causando 3.581 bajas; por su parte, perdieron sólo 29 aviones y 55 pilotos. Reunido su Congreso, el presidente Roosevelt declaró la guerra a Japón, relevó a Kimmel del mando naval, lo reemplazó por el almirante Nimitz y así comenzó la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. Los ataques desencadenados por Japón costaron a la humanidad millones de víctimas, actos de genocidio y destrucción por doquier. Un pueblo fanatizado religiosamente que prefería el suicidio a la rendición fue tal vez más difícil de vencer que los disciplinados ejércitos alemanes. Aun derrotado militarmente, necesitó sufrir la experiencia atómica para ofrecer finalmente la rendición y dar por terminado el calvario. Sólo escandalizarse ante el holocausto atómico del final no nos debe sacar de foco que lo terrible fue el inicio de la guerra. Es en ese contexto que debe entenderse el porqué de emplear semejante fuerza para terminar las acciones bélicas. El 7 de diciembre pasó a la historia en los manuales militares como “el día de la infamia”: un ataque gigantesco sin previsión rival alguna que desató semejante matanza posterior.

Víctor J. Chocobar

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