¿Quién ayudó a River?
Se sentó en la cocina. Igual que siempre. En el lugar exacto. Él sabe que es el peor, pero no puede ubicarse en otro espacio. Es que en el momento más inesperado su esposa pasará por frente al televisor y lo perturbará a Teo Gutiérrez que no sabrá para dónde mirar. Y seguro se lesiona. “Seguramente, el vecino de al lado debe haberla dejado pasar a su mujer y por eso terminó lesionándose Gago”, piensa y se alegra mientras el corazón le sacude todo el cuerpo y le desacomoda los anteojos.

Toda la familia trató de convencerlo. “¿Por qué no vas a tu cuarto y lo ves ahí”? La pregunta-consejo no esconde un desplazamiento para sacárselo de encima. Es un acto de cariño porque en la punta de la cama un plasma ancho y largo hace que Ponzio trabe mejor y tenga una buena panorámica. Pero no. Apoya los brazos en la mesa de la cocina, calibra los anteojos, achica un poco los ojos y enfoca como mejor puede. Allá en la punta hay un televisorcito, viejo y gastado, de pocas pulgas, porque en cualquier momento dice basta, y de menos pulgadas aún. Pero es el televisor de la suerte. Es el que le dio el ascenso a River y es el mismo que lo ayudó a Chiquito Romero hace unos meses. Seamos sinceros: el televisor se las sabe todas porque le dio oxígeno al Diego allá en las alturas de México y hasta le bisbiseó para dónde debía tirarse Goycochea en los 90 cuando Maradona tenía el tobillo más gordo del mundo.

Penal.

Máximo sabe que algo falló. Alguien se movió por donde no tenía que moverse. Fija la vista en el televisor y confía que lo ayude a Barovero. Está seguro que si el arquero lo mira fijo -¿cómo a quién?- a él, que está sentado en el mismo lugar de siempre y que le ha dicho no a la tecnología. “Mirame Barovero”. De nuevo frunce los ojos y estalla. ¡Claro, el viejo TV no podía fallar!

Unos minutos después evitará que su esposa pase al frente del televisor y Pisculichi la mandará adentro.

Máximo sonríe. Confía, como cualquier hincha, en que si respeta las cábalas su equipo va a ganar. Nadie puede entenderlo, menos en su casa, pero él sabe que cuando él está frente a su viejo y amigo televisor, los jugadores de River compartirán su secreto.

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