Felicidades: ya no sos un pibe

Felicidades: ya no sos un pibe

¿A partir de cuándo nos volvemos viejos? ¿Existe algún momento específico de la vida que marque la frontera entre la juventud y la vejez? ¿O se trata de una transición difusa y progresiva, que no se advierte hasta que ya es demasiado evidente? Algunos, como Sergio, adoptan una postura objetivo: “cuando te comprás tu primer paraguas”. Otros, como Conrado, se inclinan por un criterio más subjetivo: “cuando comenzás a sentirte viejo”. Pensemos: ¿quién no conoce un “veterano” que todavía no llega a los 30 años o un “pibe” que hace rato pasó los 60?

Consultando al respecto se encuentran muchas teorías intermedias o afines, cuya diversidad viene a raíz de las diferencias entre lo que cada consultado considera “vejez”. Unos la asocian a la piel arrugada y a las canas, otros a la madurez y a la sabiduría.

Cuando empezás a confundir los nombres. Cuando salís a tomar algo a la noche y te molesta el volumen de la música porque no se puede charlar. Cuando te toma hasta el martes recuperarte de la salida del sábado. Cuando te levantás temprano hasta los domingos y feriados. Cuando te ceden el asiento en el colectivo sin que seas una mujer embarazada. Cuando empezás con reflexiones como ésta.

Esas son solo las teorías más comunes. Personalmente, creo que un síntoma inequívoco de vejez (o madurez, para los más acomplejados) es empezar a comprender el verdadero valor del tiempo, porque sabés que ya no te sobra como antes y advertís que no te va a alcanzar para tachar todos los ítems de tu lista de cosas que debés hacer antes de morir. Si acepto mi propia teoría, soy viejo desde el mes pasado, cuando cumplí 29 años. Si no, tal vez aún me falta para serlo, o lo soy desde hace rato. Quién sabe. En el fondo, lo importante no son los años que tengamos, sino que a la hora de rendir cuentas no nos sobre ninguno. Depende de vos (o de usted)

Temas Tucumán
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios