Esclavos de los saqueadores que inventaron

Esclavos de los saqueadores que inventaron

El peronismo está probando su propia medicina. Hace unos años creó un monstruo para asustar al enemigo pero, como Frankenstein, hoy tiene vida propia y ya no lo puede controlar.

El peronismo propició, incentivó y organizó los saqueos a comercios y supermercados, primero en el conurbano bonaerense y luego se extendió al resto de las grandes ciudades, como piquetes de choque marginales para desestabilizar a administraciones opositoras e, incluso, para dirimir sus propias internas territoriales.

Los delincuentes se cebaron y ahora cada vez que llega diciembre quieren volver a casa con un plasma de 50 pulgadas. No será fácil volver a dominar a Frankenstein por varias razones. La exclusión sigue intacta y está volviendo a incrementarse lentamente. Potenciada por un narcotráfico que poco a poco se ha ido adueñando de los sectores más marginales y donde nada indica que este fenómeno vaya a revertirse en el corto plazo.

También la desigualdad es cada vez más profunda. No la pobreza estructural, que es la misma en el país desde hace décadas, con leves subas y bajas esporádicas, sino la brecha entre los que más y menos tienen, la verdadera, profunda y compleja razón de la inseguridad.

Hace 30 años robar una cartera en la calle era asumir demasiado riesgo para un botín incierto. Tal vez algunos billetes, quizás un reloj o alguna pulsera y no mucho más. No era demasiado tentador y el peligro era alto. Hoy, cualquier golpe es sustancioso, ya sea la víctima un adulto, un anciano o un adolescente. Celulares de miles de pesos, tarjetas de crédito, notebooks, tablets, MP4, o dinero son objetos que en esta era del consumo compulsivo cualquier persona de clase media lleva consigo normalmente.

Un par de zapatillas de marca no baja de mil pesos y ni hablar si el blanco viaja en bicicleta: otros 10.000 pesos. A esa desigualdad nos referimos, a la del chico descalzo que limpia vidrios en el semáforo y a la del otro chico que para en el mismo semáforo con su bici y su mochila. Una pistola en la cabeza y en segundos tal vez se alzaron con 20 o 30.000 pesos. Una fortuna para alguien que fuma “paco” todo el día para amortiguar su miseria. Hoy cualquiera lleva demasiado dinero encima sin darse cuenta, mientras otros no tienen nada. Ningún plan de seguridad, por más perfecto que sea, podrá frenar los efectos casi naturales de una desigualdad espantosa y de una ostentación pavorosa.

Por si fuera poco, el gobierno pretende ahora apagar el fuego con nafta. El alperovichismo, que sólo sabe gestionar con la billetera llena, está repartiendo dinero entre los saqueadores. Entre 1.000 y 1.800 pesos de un nuevo plan social, denominado en la calle “plan antisaqueo”. Un verdadero dislate político, uno más en una administración que tapa con billetes todas sus ineptitudes. Están cediendo a los extorsionadores y de ahí nunca se vuelve. Es como claudicar frente a los terroristas, porque la próxima vez siempre será peor. Y no es exagerado compararlos con terroristas porque son delincuentes que aprietan metiendo miedo en la sociedad.

Sobre los saqueos, el gobernador dijo ayer: “estamos haciendo mucha tarea de inteligencia”, pero no contó que están repartiendo plata. Si están distribuyendo “planes antisaqueo”, se habla de entre 12.000 y 15.000, es porque ya tienen identificados a los saqueadores, o acaso van por las villas arrojando billetes como en las películas de Hollywood. ¿De qué inteligencia habla Alperovich?

Él mismo lo confirmó después, al advertir que las personas que sean descubiertas en hechos que generen convulsión social se les quitarán los planes que perciben. Con esto admitió que los saqueadores son gente que percibe planes sociales, al menos la mayoría, es decir que es tropa de sus propios punteros, y que están perfectamente identificados.

Algo que ya sabíamos, pero distinto es que lo reconozca el gobernador. Y claro que están perfectamente identificados, si a Frankenstein lo inventaron ellos y ahora no pueden controlarlo. ¿Cuánto pedirán el año que viene, el doble, el triple? ¿Seguirán siendo 15.000 o ya serán 30, 50 o 100.000 los extorsionadores? Una locura.

Lo más serio detrás de esto, es que después de 12 años de Kirchnerismo/Alperovichismo seguimos como en 2001, año con el que siempre se compara esta gestión. Si bien deben reconocerse muchas mejoras en distintas áreas, la pobreza estructural está como entonces y no han podido sustituir los planes sociales por trabajo digno y genuino. Si hoy se eliminan los planes el país estalla, literalmente, y esa es la única realidad. Será porque, como dice Gloria Alvarez, del Movimiento Cívico Nacional de Guatemala, “el populismo ama tanto a los pobres que los multiplica”.

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