Una vocación nacida en LA GACETA

Una vocación nacida en LA GACETA

El destacado historiador tucumano, pilar fundamental de este suplemento, recibió la semana pasada la mayor distinción que otorga el Senado de la Nación.

EN TONO INTIMISTA. En su alocución en la Cámara Alta, Páez de la Torre (h) reveló que la necesidad de ilustrar sus textos históricos en LA GACETA con material de la época desencadenó en él una voraz afición: la de las fotografías y los retratos antiguos. prensa senado EN TONO INTIMISTA. En su alocución en la Cámara Alta, Páez de la Torre (h) reveló que la necesidad de ilustrar sus textos históricos en LA GACETA con material de la época desencadenó en él una voraz afición: la de las fotografías y los retratos antiguos. prensa senado
23 Noviembre 2014
Soy un autodidacta de la Historia. En mi formación y en mi tarea, nada tuvieron que ver las universidades, ni las estatales ni las privadas. Cuando diserté en sus ámbitos, o publiqué trabajos con sus sellos, o apadriné tesis doctorales, ya había cumplido con creces mi solitario aprendizaje.

Descubrí la vocación de historiador por mí mismo, un poco antes de recibirme de abogado, y curiosamente por la vía del periodismo, cuando promediaban los años 60.

Mi primer secretario de redacción de LA GACETA (en cuya nómina figuro desde hace más de medio siglo) nunca sospechó que al encargarme las obligadas notas para conmemorar las fechas patrias , me despertaría la inquietud de estudiar en profundidad el pasado tucumano, respecto del cual, por esos años, sólo había escasos y puntuales trabajos de investigación.

A eso me dediqué desde entonces, sin maestros y con solamente el entusiasmo que uno puede desplegar en la feliz década de sus 20 primaveras. A vez que devoraba los libros, contraje la adicción de los archivos: la pasión por llegar al documento original.

Pero en esa carrera tuvo una importancia fundamental el periodismo. Manuel Mujica Láinez, un gran escritor argentino que me honró con su amistad, me enunció cierta vez el fantástico regalo intelectual que recibíamos gota a gota y sin darnos cuenta, por solo pertenecer a la redacción de un diario. Se adquiere allí el hábito de escribir todos los días y con las más diversas longitudes; el hábito de decir lo que se quiere decir de modo que todo el mundo nos entienda; y, finalmente, la capacidad de narrar, porque todo texto periodístico tiene un “tempo narrativo”.

No necesito decir cuánto me sirvió tan preciosa cosecha para la tarea del historiador. Me permitió tanto acometer artículos de divulgación como laboriosas monografías de investigación primero, y me insufló luego el coraje para escribir libros. A esto último me animó otro inolvidable amigo, Félix Luna, cuando me aconsejó imperiosamente: “A ver cuando deja los articulitos y escribe cosas con lomo”. Y fue gracias a LA GACETA que mi trabajo pudo ser conocido por los muchos miles de personas que leen un diario, ya que se me brindó siempre el espacio más generoso para lo que iba produciendo, hasta el día de hoy.

No es ocioso recordar que LA GACETA es el único diario del país que publica todos los días de la semana, desde hace años, una nota de tema histórico: 30 líneas de lunes a sábado y una página entera los domingos. Agregaré que la necesidad de ilustrar los textos con material de época, me desencadenó otra voraz afición: la de las fotografías y retratos antiguos.

He podido, entonces, ver rápidamente impreso lo que producía, tanto en las ediciones cotidianas como en el prestigioso Suplemento Literario, que fundó mi entrañable amigo Daniel Alberto Dessein y que hoy conduce su hijo. Es una suerte que muy pocos tienen, y que no me canso de agradecer a la vida.

Internarme en la historia de mi provincia y mi país, me ha hecho quererlo profundamente, ya que para alentar un sentimiento por algo es preciso conocerlo.

* Fragmento del texto leído en el acto de

Entrega del premio Sarmiento.

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