Boca y River se olvidaron de jugar

Boca y River se olvidaron de jugar

Ambos apostaron a pegar y el 0 a 0 dejó la serie abierta.

SAQUE SI QUIERE EMPATAR. Rojas se anticipa a Gago y despeja la pelota de un derechazo sin piedad para salvar a River. telam SAQUE SI QUIERE EMPATAR. Rojas se anticipa a Gago y despeja la pelota de un derechazo sin piedad para salvar a River. telam
La invitación a una gala como la de ayer podría haber quedado tranquilamente olvidada en el cajón, bajo esos papeles que siempre hay de más. El show que no fue se pareció en realidad a una vuelta eterna sobre autitos chocadores y el 0-0 no fue más que una lógica consecuencia.

El superclásico en La Bombonera, el mejor de 50 eventos alrededor del mundo que hay que ver antes de morir según una publicación del diario británico “The Guardian” (y otras tantas más), fue un banquete, pero de patadas. De juego sucio y lluvia de amarillas. De casualidad ninguno de los siete amonestados “millonarios” vio la roja. Fricción y alta tensión hubo de sobra. ¿Las ideas, el buen fútbol, las situaciones de gol? Bien gracias. Boca y River se dejaron en los vestuarios sus mejores versiones. En el campo fueron al choque, a los cachetazos y jugaron con las miradas irónicas en un escenario ideal para dejar todo, pero al que no adornaron con nada de fútbol. Un pecado para lo que Marcelo Gallardo supo imprimir en su equipo, un relajo para ese “xeneize” al que Rodolfo Arruabarrena supo levantar.

River no le vio la cara Agustín Orion y Boca sólo le hizo regalos a Marcelo Barovero, que al menos apareció en pantalla, pero al que esta vez no le hizo falta ser héroe. Si animándose más la visita habría logrado torcer la historia es un misterio. No hizo ni el intento. Sólo porque se trata de un partido de 180’ hubo perdones: Boca logró lo que siempre viene bien, cerrar el arco de local, y a River el empate no le sentó mal.

La presión jugó su papel y tuvo el protagonismo en un duelo del que costó horrores sacar una figura ¿Gabriel Mercado tal vez? Se bancó bien las subidas de Nicolás Colazo y Andrés Chávez por su banda. Lo mismo que costó rescatar una chance de gol más seria que el cabezazo de Fernando Gago, a las manos de Barovero, cuando el cronómetro apuntaba 90’. Demasiado poco para un juego del que siempre se hacen películas pero al que esta vez le faltaron de esas escenas atrapantes y de suspenso.

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