Jugaron con ritmo laboral

Jugaron con ritmo laboral

El bar más cercano o algún televisor al paso fueron las opciones para ver el clásico

TIEMPO DETENIDO. Los peatones que circulaban por la vereda de calle San Martín, frente a la plaza Independencia, aprovecharon el LCD de un drugstore para seguir durante algunos minutos el partido.  la gaceta / fotos de inés quinteros orio TIEMPO DETENIDO. Los peatones que circulaban por la vereda de calle San Martín, frente a la plaza Independencia, aprovecharon el LCD de un drugstore para seguir durante algunos minutos el partido. la gaceta / fotos de inés quinteros orio
Esos 45 minutos pasados de las 20 no eran ni chicha ni limonada. Un partido tan trascendental para los simpatizantes de Boca o de River en medio de la semana y en ese horario complica todos los rituales previos a un superclásico.

Cualquier cábala para los que todavía estaban en el trabajo, se transformó en energías destinadas a hacer fuerzas para que el jefe no pidiera nada de último momento. Así, algunos, los menos a simple vista, apostaron sus ojos en los televisores de algún bar.

Para algunos no hubo tiempo de ir al lugar de siempre. El bar más cercano que permitiera que todo el grupo de amigos esté junto, apretado sí, pero unido, alcanzó para seis amigos. Gabriel, Florencia, Leonel, Gustavo, Franco y Eliana salieron del trabajo en horario. Se perdieron varios minutos pero llegaron para alentar a sus equipos. “Soy de Boca”, respondió Gabriel. Sus amigos y él se animaron al enorme chop, que parecía una mascota en la mesa, de tres litros de cerveza que lentamente iban tomando. “Rinde más”, explicó uno de los integrantes del grupo que destacó la buena onda que hay en el bar de 25 de Mayo y San Martín. Aunque... “No se que va a pasar cuando termine”, anticipó Franco, amigo de Gabriel. El joven es hincha de River y cuando promediaba el primer tiempo, ya meditaba si la amistad iba a superar el resultado del superclásico. “Es la primera vez que vemos juntos un Boca-River. Nunca tuvimos problemas antes”, reveló Franco.

Así como los amigos debieron adaptarse a los horarios laborales, Celeste Navarro y Luján Páez sufrieron las consecuencias del reloj comercial. Aunque, si las chicas hubieran calculado mejor, quizás no hubiesen estado paradas en la vereda de un kiosco frente a plaza Independencia bajo la lluvia fina. “Fuimos a sacar un pasaje y después pasamos por el bar de una tía y se nos hizo tarde”, explicó Celeste. Ambas hinchas de los “millonarios”, erraron al pensar que el cansancio “xeneize” podría abrir el arco. A centímetros de las chicas estaba Hugo Salguero. El empleado de la construcción se escudó. “No soy hincha de ninguno”, aclaró. Parecía que no quería seguir hablando, pero se agachó un poquito y bajó la voz. “Soy de San Lorenzo. ¿La verdad? No tienen nada ninguno de los dos”, analizó. Y él sí que no se equivocó.

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