“Nada más lejos de la ‘naturalidad’ que la sexualidad humana”

“Nada más lejos de la ‘naturalidad’ que la sexualidad humana”

La psicoanalista francesa Rithée Cevasco reflexionó sobre las realidades sexuales de la actualidad

CAMBIOS. Cevasco destaca que hay aperturas, pero también límites. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO CAMBIOS. Cevasco destaca que hay aperturas, pero también límites. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
20 Noviembre 2014
Solo las rrrrr arrastradas, y un voilà que se escapa cuando se entusiasma con lo que explica, la delatan. Rithée Cevasco logra “traducir” a un español exquisito y al mismo tiempo sencillo algunas de las fórmulas complejas de Jaques Lacan, psicoanalista francés, como ella.

Cevasco vino a Tucumán a conducir una serie de actividades englobadas bajo el título “Las realidades sexuales en la actualidad” y cuenta divertida que al dejar ejemplares de sus libros (“La discordancia de los sexos” y “Ser-para-el-sexo”) en la recepción del hotel le salió del alma decir: “mejor no los lean”.

“Es que no quiero correr el riesgo alimentar esa visión, según la cual el Psicoanálisis le da a todo un sentido sexual. ¡Lo que ocurre es todo lo contrario! Freud destaca, precisamente, que algo ‘falla’ estructuralmente en la sexualidad”, advierte. “Ojo: esa falla nada tiene que ver con la posibilidad de mantener relaciones sexuales. Lo que Freud descubre es que siempre es menor el goce obtenido que el esperado”, advierte de nuevo, y agrega: “Pero, y ante todo, muestra que nada hay más lejos de la ‘naturalidad’ que la sexualidad humana”.

Así fue entrando en tema: “las elecciones sexuales son el resultado de un largo proceso singular, en su mayor parte inconsciente”, sostiene, y explica que el patrón tradicional -y determinante hasta hace unos 60 años- establecía una única realidad sexual “normal”, asociada a la reproducción de la especie.

“El patrón de normalidad se basaba en a hipótesis de que existe una atracción heterosexual ‘natural’, que además era normativizada, ordenada por el matrimonio, machista y cuyo fin era la procreación. Todo lo que se saliera de ese patrón -que todavía funciona en muchos ámbitos, aunque está claramente instalada la fisura- era mal visto, y llegaba a caer en el ámbito de las perversiones”, destaca.

El modelo patriarcal
Explica además que el mecanismo de fundamentación de ese modelo consistió en “abrochar” tres elementos que no necesariamente se superponen: el sexo anatómico, el género (lo que la sociedad espera de cada sexo) y lo que Lacan llamó la sexuación. “No es sencillo de explicar -reconoce-; pero básicamente se refiere a los modos particulares en los que cada sujeto goza”. “Para cada una y cada uno hay una elección que es absolutamente singular, lo que nos conduce a afirmar la idea de una “elección del sexo”, añade.

El “desabroche” que se observa en la actualidad fue posible, destaca, gracias a la relevancia que alcanzaron el deseo femenino y el deseo homosexual. “A las luchas feministas, primero por la igualdad de oportunidades y después por su derecho a ser diferentes, se suman los adelantos de la ciencia: la aparición de los anticonceptivos movió a la mujer de su ‘destino’ de reproductora y le permitió enfrentarse a su deseo”, describe. “La sexualidad y la reproducción comienzan a separarse, y las nuevas técnicas de fecundación las separan aún más: ¡ya no es necesario el acto sexual para crear niños! -destaca-. Por otro lado, los transexuales están desabrochando la unión sexo-género: están logrando mostrar que muchas veces la identidad no se complementa con la anatomía”, añade.

Modelos de parentalidad
Los cambios en la manera de concebir las relaciones entre sujetos individuales tienen, por supuesto, implicancias en lo colectivo. “Estas realidades, que no son nuevas pero han conseguido abrirse camino y ser reconocidas -lo que no significa aceptadas- hace relativamente poco, han generando diferentes modos de concebir, por ejemplo, la familia, que ya no se restringe a papá, mamá y niños. Puede haber madres solas (o padres solos); familias homoparentales, estructuras de coparentalidad...”, enumera y destaca: “mucha gente proclama el fin de la familia, niños psicóticos y varias ‘catástrofes’ más. Y no hay razón para ello. El Psicoanálisis muestra que lo que un niño necesita de la familia es un lugar de deseo no anónimo, que lo espere, lo reconozca y lo ame... nada demuestra que una familia homoparental no pueda ofrecer ese lugar”.

“El verdadero riesgo es que los niños no sean acogidos por un deseo y se transformen en mercancías: que se puedan comprar y hasta programar, manipulación genética mediante”, añade.

El ámbito de la prohibición
Resalta, antes de despedirse, que la irrupción en el ámbito de lo permitido de las “nuevas” realidades sexuales no implica que todo está permitido. “Siempre hay ordenamientos de la sexualidad. Lo que se mueven son las fronteras. Hoy esas fronteras tienen un eje: el consentimiento. Siguen siendo ilegal la pedofilia o las relaciones con quienes no pueden (por discapacidad mental, por ejemplo) o no quieren dar su consentimiento, que es el caso de las violaciones. Por lo demás, cada sujeto singular resolverá con sus síntomas, sus invenciones y sus creaciones cómo afronta ‘las cosas de la vida’, real al que nos confrontan la muerte y la sexualidad”.

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