Perdió su casa y ecologistas le construyen otra con botellas

Perdió su casa y ecologistas le construyen otra con botellas

TODO SE TRANSFORMA. Lo que supo ser un bidón ahora es maceta.  TODO SE TRANSFORMA. Lo que supo ser un bidón ahora es maceta.
20 Noviembre 2014
Fue el peor día de su vida. De su antigua vida. Porque ese día comenzó todo de nuevo. Esta es la historia de Miriam Chaile, cuyo pasado se achicharró la madrugada del 12 de agosto del 2013. El día anterior había fallecido su mamá. “Yo todavía estaba velando a mi madre en una sala cuando me avisan, a las tres de la mañana, que mi casa se estaba incendiando. Allí había quedado mi hija, que es ciega, y su padre. Ella se despertó, lo sacó a su papá de la cama que ya estaba semi inconsciente. ¡Se salvaron de milagro!” cuenta Miriam sin dramatismos, en el mismo tono de voz, como si fuera un cuento.

La pérdida fue total. Miriam tenía una panadería artesanal y había muchas cosas inflamables, de modo que se quemó todo; “no quedaron ni las paredes”, dice.

Las tres hijas y el nieto de esta tucumana quedaron en la calle. Este fue el comienzo de la parte mágica de la historia. La gente que se enteró de la desgracia empezó a comunicarse por las redes sociales. Se abrió un grupo de amigos en Facebook con la intención de levantar de nuevo la casa. Entre ellos apareció un joven a quien ella no había visto nunca, Bruno Busnelli. De inmediato dijo que quería reconstruir la casa con sus propias manos y con las de un amigo, Sebastián Varela. No era una casa común. Era de botellas de plástico. Una casa ecológica, que todavía está en construcción. Es un esfuerzo de mucha gente que ayuda con la búsqueda del material reciclable -dice Miriam-, alumnos de distintos colegios como Santa Rosa, Urquiza, Instituto Pellegrini y Miguel Lillo, y también de la Peña Joven.

El grupo se armó en mayo y al ver que la solidaridad se multiplicaba geométricamente, se organizó el Primer encuentro de Reciclado y Medioambiente. “El año que viene tenemos previsto realizar un encuentro a nivel regional. Hay mucha gente preocupada por lo que le está pasando al planeta”, asegura Miriam.

Desde aquel final feliz, la vida de esta emprendedora cambió totalmente. Sigue trabajando en panadería, “pero a menor escala”, dice elevando los hombros. “Ya no necesito tanto para vivir; dejé esa faceta capitalista de comprar y tener más, ahora sólo quiero estar más tranquila porque vivía muy estresada”, reconoce.

Ahora su vida pasa por vivir más sencillamente, cuidar el planeta, llevar hábitos simples, como separar la basura, y no dejar que gotee la canilla. Pero su mayor testimonio será vivir en una casa ecológica que, a la vez, se convertirá en un centro cultural, sede de toda la movida ecológica.

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