16 Noviembre 2014
NI NOVELA NI CUENTO. La última obra de Murakami es un trabajo periodístico basado en entrevistas que él y un equipo de colaboradores hicieron durante 1996 a los sobrevivientes del atentado perpetrado en el underground de la capital de Japón, en marzo de 1995, que dejó 12 muertos y cientos de heridos.
“Es cierto, me molesta todo. No tengo ganas de hablar de nada. Lo mejor que puedo hacer es dormir. Voy a la consulta de un psiquiatra y sigo un tratamiento para el síndrome de estrés postraumático. Tomo unas pastillas que me alivian mucho el dolor de ojos. Sin embargo, mi entumecimiento empeora. Serán los efectos secundarios del medicamento. Me gustaría dejarlo cuanto antes”, dice uno de los entrevistados por Haruki Murakami en Underground, el último libro del escritor japonés publicado en Argentina.
Este libro se sale de lo común, ya que no es una novela ni un compendio de cuentos. Es un trabajo periodístico basado en entrevistas que Murakami y un equipo de colaboradores hicieron durante 1996 a los sobrevivientes del atentado con gas sarín que se llevó a cabo en el subte de Tokio, en marzo del 95, un lunes a hora pico. Doce muertos y cientos de heridos fue el saldo oficial. Aunque, como se observará en los relatos, hay muchas más personas que sufrieron consecuencias físicas y psicológicas.
A través de las palabras de los sobrevivientes, cada lector se hará una detallada imagen de la situación en las diferentes líneas en que se produjeron los hechos. Pero no es sólo eso, ya que además hablan parientes de fallecidos y de heridos, como el hermano de una mujer que quedó en coma y que cuenta la influencia que aquello tuvo no sólo en su vida sino en la de toda su familia.
Contrapuntos
Murakami se las ingenia muy bien para describir y poner al lector como si estuviera en el lugar del acontecimiento. A lo largo de las 550 páginas que componen Underground, se observará cómo una historia se cruza con otra. Al mismo tiempo, se traza un mapa de una sociedad marcada por las obligaciones laborales en detrimento de la solidaridad. A punto tal que algunos de los reporteados reconocen que en lo único en que pensaban era en llegar al trabajo más que en ayudar a las víctimas. Como contrapartida, están aquellos que arriesgaron su vida para salvar a quienes se desplomaban en andenes y calles tras haber inhalado el gas. De esta forma, se encuentra uno con personalidades muy distintas, las cuales pueden ser observadas tanto desde la impotencia como desde el elogio.
Las últimas cien páginas son las que Marukami reserva para aportar su mirada de la situación. Allí empieza la segunda parte del libro, El lugar que nos prometieron. Es ese también el lugar para que ex integrantes de Aum, la secta que liderada por Shoko Asahara realizó el atentado, expliquen por qué se incorporaron al grupo, cómo vivían y de qué maneras pudieron alejarse.
Lectura con costo
Underground es un gran trabajo periodístico basado en relatos de los testigos de los hechos; de uno y otro lado. En ningún momento apunta a la bajada de línea. Logra algo fundamental: que el lector quede inmerso tanto en los acontecimientos como en aquello que los produjo. Esto tiene un costo. Pues hay que advertir que no se sale indemne de su lectura. Después de tantas páginas sobre el tema, queda una sensación de vulnerabilidad muy grande; casi de impotencia. No sólo porque se ratifica la fragilidad de la vida humana, cuyo destino puede cambiar de la forma más inesperada y en el momento menos esperado. Sino también porque en muchos de los testimonios se encuentra algo demasiado íntimo que asusta.
Cabe destacar una frase de Murakami en la recta final de Underground, cuando intenta entender a una sociedad con valores muchas veces enfrentados: “Sólo después de un considerable número de ensayos y errores, cada individuo es capaz de encontrar su lugar en el mundo”.
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