Lejos del ruido, nace un refugio verde que pone a prueba los sentidos

Lejos del ruido, nace un refugio verde que pone a prueba los sentidos

El sueño de un grupo de particulares está comenzando a cristalizarse: La Perla del Sur tendrá su primer jardín botánico. Está ubicado a pocos metros de la ruta 38, al sur de la ciudad. El proyecto ya fue incluido en el corredor turístico. Ya tiene 600 especies plantadas. En 2015 se hará una laguna.

CRECIENDO DE A POCO. El jardín botánico empezó a crearse en 2008 y se calcula que estará abierto al público el año que viene. Tiene 600 especies plantadas y lugar para muchas más. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll CRECIENDO DE A POCO. El jardín botánico empezó a crearse en 2008 y se calcula que estará abierto al público el año que viene. Tiene 600 especies plantadas y lugar para muchas más. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
¿Percibes la paz?, pregunta Rubén Bulacio.

A 50 metros, el tráfico de la ruta 38 suena como un alarido. Pero apenas uno atraviesa una tranquera lo que abunda es el silencio, los brotes, los retoños, las flores. A media mañana, las gotas de la llovizna se filtran entre los árboles en pleno crecimiento. Los pulmones se llenan de aire limpio. En este predio de cinco hectáreas, al sur de Concepción, hay un sueño que está comenzando a cristalizarse: la ciudad tendrá aquí su primer jardín botánico, con especies de gran diversidad, una laguna y un quincho donde se enseñará a los chicos ya los grandes a cuidar el medio ambiente.

Será como una gran aula verde, según lo planeó Bulacio. “Un lugar para cultivar los sentidos”, acota este concepcionense de mediana estatura y hablar pausado. Lleva mocasines, pantalón azul y camisa clásica celeste. Esta mañana, como muchas otras, se ha “escapado” de su trabajo en una inmobiliaria para ver de cerca cómo marcha el proyecto.

A sus 54 años, Bulacio encarna una fantasía poco habitual: quiere que el árbol sea el protagonista de su ciudad. Un día tuvo una idea: ¿y si creo un jardín botánico? No lo dudó. En 2008 formó junto a un grupo de ocho personas la Fundación Forestar, compró un terreno y empezaron de a poco a plantar árboles. El predio está ubicado justo antes de la acequia Los Méndez, que separa Concepción de Alto Verde.

En el lugar ya hay sembradas 600 especies de árboles, la mayoría autóctonas. Se pueden ver desde pacarás, jacarandás, tipas y lapachos hasta citronelas y araucarias, entre otras. “Es un proyecto a 30 años. Recién entonces veremos este espacio en su esplendor. Y el sueño es que esto sea de la ciudad”, dice Rubén. ¿Piensa donarlo?, le preguntamos. Y enseguida responde: “los árboles no son de uno, son de todos. En algún momento, ese jardín botánico será de todos los concepcionenses. Cuando esté listo y sea el momento, lo donaremos al municipio”.

Sin senderos
Apenas una vuelta por este jardín botánico basta para detener un poco el tiempo. No hay senderos demarcados. Ni los habrá, aclara Bulacio. “La idea es que los visitantes vayan por donde quieran disfrutando del verde”, advierte. Y propone: “si quiere quítese el calzado. Es mejor vivirlo así, desde los pies a la cabeza”.

En el camino se pueden ver lechuzas y teros, que ya han decido convertir este jardín en su hogar. Hay una huerta orgánica y un vivero cuidados por tres personas. El concepto “ecológico” está presente en cada rincón. Por ejemplo, no hay macetas para los plantines. Para eso se usan viejos envases de sachet de leche. Al abono lo obtienen de la cachaza que desechan los ingenios. Dejan que este residuo repose durante un año y después lo reutilizan. El sistema de riego también es sustentable: han armado un canal aprovechando el agua que corre a pocos metros del predio, por la acequia Los Méndez.

Bulacio cree que el jardín botánico estará abierto al público entre 2015 y 2016. ¿Qué le falta a este proyecto? “Planeamos hacer una laguna -estará lista el año que viene- y enriquecer aún más el jardín. Acabamos de firmar un convenio con la UNT, un acuerdo por medio del cual expertos de la universidad nos están asesorando en el armado de los distintos espacios”, detalla.

Mientras tanto, el jardín botánico ya fue incluido en el corredor turístico Tucumán-Catamarca. Además, recibe la visita de muchas escuelas de Concepción. “Por eso ahora estamos terminando un quincho en el cual los alumnos podrán tener clases de ecología. En el futuro se podrán desarrollar tareas de investigación. La idea es que esto sea un centro de difusión de los árboles autóctonos de la región, con la mirada puesta en la conservación de la especies para las futuras generaciones”, resalta.

“Que los estudiantes vengan es fundamental. Aquí entran en confianza con los árboles, los sienten, los tocan, los ven crecer. No hay otra forma de crear conciencia acerca de lo importantes que son para nuestras vidas: nadie puede querer un arbolito si sólo lo dibuja en un papel”, sostiene.

Está convencido de que el árbol no sólo reduce la temperatura y mejora la calidad de vida en una ciudad. “Da tanto bienestar que hace a la gente más buena y generosa. Está comprobado, así como también vemos que en muchos lugares si no hay árboles hay un basural”, sostiene.

“En los días de calor insoportable que vivimos la semana pasada quedó en claro la necesidad de plantar más especies en las calles. Concepción creció mucho y no sumó más verde. Eso se notó; no se podía caminar. Parecía una ciudad construida para iguanas y lagartijas. Si en las calles tuviéramos túneles de árboles se podrían lograr hasta seis grados de diferencia”, dice el experto. Y cuenta que aunque la fundación intenta plantar especies en veredas y plazas nunca les dan permiso. “Los funcionarios argumentan que una calle arbolada es muy insegura”, explica. Pero no pierde la fe. “Este jardín botánico puede cambiar la mentalidad de las próximas generaciones”, dice mientras camina y acaricia el follaje. Nos despedimos. Vuelve el ruido de la ruta 38. El jardín botánico no es sólo una promesa. Ya se ha convertido en un extraordinario paréntesis.

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