Una especie no monógama por naturaleza

Una especie no monógama por naturaleza

El affaire es con frecuencia un síntoma, una conducta-mensaje que se emite con la intención -no conciente- de comunicar que algo anda mal en la relación

SÍNTOMA. El affaire suele ser un mensaje de que la relación anda mal.  SÍNTOMA. El affaire suele ser un mensaje de que la relación anda mal.
02 Noviembre 2014

Por Inés Páez de la Torre - Para LA GACETA - Tucumán

La especie humana no es monógama por naturaleza. La cultura -nuestra cultura, porque existen otras, obviamente- en su afán de evolucionar hacia una sociedad a su juicio más civilizada, despegada de las pulsiones meramente biológicas, ha ido regulando nuestros comportamientos sexuales.

De aquí resulta -entre otras cosas- que consideremos a la exclusividad sexual como un componente esencial en las relaciones amorosas con compromiso. Se trata de un tácito pacto que muchas veces se explicita públicamente frente a familiares y amigos, ante la ley o ante Dios.

Y que es quebrantado con bastante frecuencia.

La infidelidad puede ser un hecho aislado, atípico en la conducta habitual de una persona. Pero a veces se prolonga en el tiempo, llegando a ser tan estable como la relación “oficial”. Para algunos, tener aventuras amorosas es parte de la vida: las propician y llevan a cabo sin culpa. Hay quienes declaran que fueron débiles y los agarraron “con la guardia baja”, y viven este engaño con tormento e intentos fallidos de darle fin. En ocasiones la conducta infiel busca una descarga rápida de tensiones, como ocurre en ambientes laborales estresantes: la guardia de un hospital, por ejemplo. Es común que matrimonios de muchos años no hayan podido recrear su conexión sexual a lo largo del tiempo (o nunca la hayan tenido), entonces la buscan afuera. Por el contrario, en relaciones de pareja con una vida sexual satisfactoria pero pobre en intimidad, el amante cumple más bien el papel de un amigo con quien hablar y ser escuchado: hay una frase que dice “la infidelidad consiste en un poco de mal sexo y mucho de llamadas telefónicas”.

Que la bomba estalle

El affaire es con frecuencia un síntoma, una conducta-mensaje que se emite con la intención -no conciente- de comunicar que algo anda mal en la relación. Aquel que engaña suele dejar “sin querer” las pruebas a la vista, como si quisiera ser descubierto. En cierta manera, lo quiere, para que la bomba al estallar los obligue a hablar sobre el vínculo y a tomar decisiones. El pacto implícito puede ser la infidelidad: es el caso de parejas utilitarias que no se aman ni se atraen pero están juntas por motivos sociales, económicos, políticos, etc.

Hace algunas décadas, era común que la mujer se sintiera aliviada de que el marido tuviera sus “cositas” fuera de la casa. Eso sí, con discreción y la medida higiénica de que la amante perteneciera, por lo general, a un grupo social diferente. En versión actual, existen todavía mujeres que dicen: “es verdad, pero la que va con él a los casamientos soy yo”.

No es el fin de una relación

La infidelidad no marca necesariamente el fin de una relación, tampoco quiere decir que el amor se acabó, ni que será imposible recuperarse. Acá, como en todas las realidades humanas, no siempre dos más dos es cuatro. Pero cualquiera sea el caso, implica que se ha roto un pacto de confianza. Es difícil prever las consecuencias de estas acciones y cuán profundamente afectarán a los implicados, sobre todo cuando el engaño salga a la luz (es regla que esto ocurre en algún momento). Algo es seguro: nadie saldrá ileso.

La salud mental tiene una relación estrechísima con la coherencia. ¿Por qué? Porque significa paz, estabilidad emocional. Como si el psiquismo humano estuviera hecho para la verdad. Pensar, decir y actuar en concordancia es, sin duda, la forma más sana, evolucionada y fiel a nosotros mismos de vivir.

© LA GACETA

Inés Páez de la Torre - Psicóloga, sexóloga clínica. Esta columna fue publicada originalmente en

el blog de LA GACETA “Sexualmente hablando”.

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