Distintos aspectos de un pecado

Distintos aspectos de un pecado

Fragmento de Los diez mandamientos en el siglo XXI *, capítulo del programa de TTV que puede verse completo en www.lagaceta.com.ar.

02 Noviembre 2014

Por Fernando Savater

Hay muchos maridos tan injustos
que exigen de sus mujeres una fidelidad
que ellos mismos violan,
se parecen a generales que huyen
cobardemente del enemigo,
quienes sin embargo quieren que sus soldados
sostengan el puesto con valor.
Plutarco


En los orígenes la prohibición de desear o apoderarse de la mujer del prójimo tenía mucho que ver con la herencia y la trasmisión de la propiedad. No creo que los adulterios hayan sido muy perseguidos, ni que tuvieran importancia entre los pobres que no tenían nada que dejar a sus hijos. Distinto era entre los ricos, entre personas pudientes, que necesitaban mantener clara la línea de descendencia para poder transmitir sus bienes.

Aquel que tenía tierras, castillos y posesiones en general, quería asegurarse de que todo quedaría para su hijo mayor y no para uno adulterino. Por eso el gran esfuerzo por mantener a la mujer resguardada, para que el hombre pudiese decir “de este vaso sólo bebo yo, porque de aquí tiene que salir el vástago que se quedará con mis propiedades”. Esto no era recíproco, porque el hombre se satisfacía con todas las mujeres que quería fuera del matrimonio.

La monogamia no ha sido, desde luego, la única forma de estructura familiar. Entre los antiguos hebreos y otros pueblos nómadas era normal que el jefe de la tribu tuviera varias mujeres, que fuera una especia de patriarca. Con el tiempo y con el mayor equilibrio en la cantidad de hombres y mujeres se tendió hacia la monogamia.

La moralidad sexual estaba ligada a esa estructura de familia y de la propiedad, hasta tal punto que entre los romanos, por ejemplo, los únicos que tenían estrictos tabúes sexuales eran los pater familias o las matronas, aquellos que poseían cosas, mientras que los esclavos no tenían moralidad sexual, es decir, nadie les hacía reproches por ser promiscuos o incestuosos.

Cuando algunos de los esclavos eran liberados por sus señores, pasaban a llamarse libertos. Sus dueños los manumitían, es decir, les daban libertad. Al entrar en el mundo de las personas libres, conservaban las costumbres de la esclavitud, conductas más abiertas y menos escrupulosas que la de aquellos con familias establecidas. De allí viene la expresión libertinaje, que era el comportamiento que tenían estos libertos, que ya no eran esclavos y que, aunque su conducta podía ser censurable, no tenían todavía los hábitos de la disciplina y contención de la otra parte de la sociedad. Por lo tanto, este mandamiento de no fornicar tiene por una parte una profunda base económica, y en segundo término puede relacionarse con el deseo, con lo romántico o lo erótico. De este modo, se trataba de evitar conflictos y enfrentamientos entre herederos.

Según el rabino Sacca éste fue un mandamiento muy difícil de aceptar por el pueblo. “No existía ninguna legislación respecto de con quién convivir, Maimónides cuenta que en la antigüedad los hombres tomaban mujeres por la fuerza, tenían hijos con ellas, y luego las dejaban en la calle con sus descendientes.

No había regulaciones sobre la familia y la relación matrimonial. Las mujeres estaban totalmente desamparadas y los más fuertes manejaban la sociedad. Por otro lado, existía un gran libertinaje sexual, que incluso practicaba el pueblo hebreo, como todos los de la época. Si hoy decimos que vivimos en un ámbito de libertad sexual, esto no es nada comparado con lo que eran los egipcios de acuerdo a lo que relataban los textos de aquella época. Los judíos formaban parte de esa sociedad, aunque fuera como esclavos, por lo que fue muy difícil incorporar este mandamiento e imponerlo, ya que implica limitarse en el ámbito carnal y ceder los derechos que venían exclusivamente del uso de la fuerza. Esta legislación fue revolucionaria para la época, ya que contenía todas las regulaciones sobre la pareja, el matrimonio, los derechos del hombre, la mujer, los hijos y las responsabilidades que uno debía asumir”.

En nuestra época –al menos en los países desarrollados- se han igualado estas conductas y no se tienen dos medidas diferentes para el hombre y la mujer. La pareja puede pactar una especia de celebración de la infidelidad, de consentimiento mutuo. Ejemplo de ello es el intercambio de parejas o swingers, algo que hasta hace algunos años podía ser considerado como un a tremenda aberración y que hoy es una variedad más de las prácticas sexuales de nuestra sociedad.

Para Daniel Bracamonte, presidente de la Asociación de swingers de Argentina, “todas las religiones son castradoras, han impuesto el alejamiento del sexo carnal, han llevado a la idea de que el sexo se disfruta plenamente cuando existe una causa de amor romántico. Y éstas son todas cosas que están en contra de nuestra naturaleza, porque el hombre tiende biológicamente a la diversidad sexual. No está adaptado ni fisiológica ni conscientemente para la monogamia.

“Creo que estamos en los umbrales de un cambio profundo en el concepto de familia, vamos hacia la diversidad. Las nuevas parejas no van a estar conformadas por el género, sino por el afecto. Hombre con mujer, hombre con hombre, mujer con mujer. El swinger defiende la institución familiar, la pareja hombre-mujer, pero renunciamos al concepto monógamo: “Vos y yo toda la vida””.

El sexo siempre da lugar a un tono más picaresco, y lleno de sobreentendidos. En esto coincide el escritor Daniel Samper Pisano: “Si uno repasa el Antiguo estamento ve las ocasiones donde aparece la tentación, hay veces que uno no puede menos que reírse, y decir que ha sido escrito con un sentido del humor impresionante, porque de otro modo no se entendería. También se puede entender enclave irónica y decir: “El mensaje que me están mandando me lo envían de rebote, esto va a dos bandas y no es directo”. Uno debe entender que la ironía sólo cabe cuando hay humor, y el humor sólo cabe cuando se está enviando un mensaje con una determinada sintonía de inteligencia”.

* TTV/Sudamericana.

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