Por Carlos Páez de la Torre H
31 Octubre 2014
DOCTOR EZEQUIEL COLOMBRES. Con sus colegas Víctor Bruland y Ricardo Viaña, realizó la autopsia del cadáver del profesor Carlos Olearius la gaceta / archivo
El prusiano Carlos Olearius, de 27 años, vino a Tucumán con Germán Burmeister en 1860. Se hizo amigo de Amadeo Jacques, y terminó quedándose en la ciudad como profesor de Inglés en el Colegio San Miguel. El 14 de mayo, fue encontrado muerto en su habitación. Sirve para la historia de la medicina de Tucumán, el informe de la autopsia que ordenó la Policía, firmada por los doctores Víctor Bruland, Ricardo Viaña y Ezequiel Colombres.
De entrada, verificaron en el cadáver “la rigidez pronunciada, la tumefacción del rostro, la coloración lívida de esta región, del cuello y de la parte superior del pecho”. Practicaron entonces una incisión circular en la cabeza, “aplicando la sierra con el objeto de separar completamente los huesos de esta parte”.
Notaron “un derrame sanguíneo bastante considerable”, acaso debido “al infarto de los senos venosos que habían sido divididos por la sierra”. Descubierto el cerebro, pasaron a su disección por medio de cortes horizontales. La alteración encontrada fue “un ligero derrame capilar limitado a una pequeña porción de la sustancia blanca del hemisferio izquierdo”. No percibieron modificaciones en el cerebelo.
Luego, abrieron el pecho, ejecutando “incisiones laterales”. Notaron que “los pulmones aparecían pálidos y poco crepitantes a la presión, y que incididos profundamente, dejaron ver una congestión notable en casi toda su extensión”. Abrieron después la cavidad abdominal, sin encontrar alteraciones. En conclusión, los doctores dictaminaron que la muerte de Olearius, “ha dependido simultáneamente de las lesiones encontradas en el cerebro y en los pulmones”.
De entrada, verificaron en el cadáver “la rigidez pronunciada, la tumefacción del rostro, la coloración lívida de esta región, del cuello y de la parte superior del pecho”. Practicaron entonces una incisión circular en la cabeza, “aplicando la sierra con el objeto de separar completamente los huesos de esta parte”.
Notaron “un derrame sanguíneo bastante considerable”, acaso debido “al infarto de los senos venosos que habían sido divididos por la sierra”. Descubierto el cerebro, pasaron a su disección por medio de cortes horizontales. La alteración encontrada fue “un ligero derrame capilar limitado a una pequeña porción de la sustancia blanca del hemisferio izquierdo”. No percibieron modificaciones en el cerebelo.
Luego, abrieron el pecho, ejecutando “incisiones laterales”. Notaron que “los pulmones aparecían pálidos y poco crepitantes a la presión, y que incididos profundamente, dejaron ver una congestión notable en casi toda su extensión”. Abrieron después la cavidad abdominal, sin encontrar alteraciones. En conclusión, los doctores dictaminaron que la muerte de Olearius, “ha dependido simultáneamente de las lesiones encontradas en el cerebro y en los pulmones”.
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