Por Guillermo Monti
26 Octubre 2014
El servicio de denuncias por WhatsApp de LA GACETA (381-5870289) fue un hervidero de indignación durante todo el sábado. Faltaba el tiempo para atender tantos mensajes. De Yerba Buena a Alderetes, de Tafí Viejo al microcentro, pasando por numerosos barrios, el repiqueteo informativo era el mismo: “no hay luz, no hay agua. ¡Que alguien haga algo por favor!”
El mercurio arañaba los 40° y miles de tucumanos se rostizaban mientras equipos de aire acondicionado y ventiladores, mudos, levantaban los brazos consignando “nosotros no tenemos la culpa”.
En Villa Luján, Floresta, Ciudadela y el resto del corredor suroeste los vecinos se pasaron la siesta acordándose de EDET. Lo mismo al pie del cerro y del otro lado del Salí. “Me dijeron que se cayó un cable de alta tensión”, explicó un watsapero. El diagnóstico fue propagándose, aunque lo que la sudorosa tucumanidad reclamaba era una solución. “Hay muchísimos barrios afectados”, se informó. Mal de muchos consuelo de tontos, fue la réplica.
Mientras tanto, las canillas de Lomas y de San José -de Tafí Viejo a Alderetes- estaban hermanadas en la sequía. En algunas zonas del Gran San Miguel salía un hilito de agua; de otras, un líquido de sospechoso amarronamiento. Los watsaperos respaldaron las quejas con fotos y videos.
En medio del griterío virtual surgió la pregunta: ¿será así durante todo el verano? El pronóstico anticipa meses de calor inhumano. En otras palabras, mayor consumo de electricidad y de agua para mitigarlo.
Lo que se nota en la ciudadanía es mucha preocupación. El sentido común le gana por nocaut al optimismo e indica que los cortes pueden naturalizarse. A esta altura del año no hay demasiado margen para pensar en planes de contingencia, todas las previsiones ya debieron haberse tomado. La cuestión es que ante la primera ola de calor en serio el sistema falló. Hay decenas de miles de tucumanos rogando porque haya sido sólo un accidente.
El mercurio arañaba los 40° y miles de tucumanos se rostizaban mientras equipos de aire acondicionado y ventiladores, mudos, levantaban los brazos consignando “nosotros no tenemos la culpa”.
En Villa Luján, Floresta, Ciudadela y el resto del corredor suroeste los vecinos se pasaron la siesta acordándose de EDET. Lo mismo al pie del cerro y del otro lado del Salí. “Me dijeron que se cayó un cable de alta tensión”, explicó un watsapero. El diagnóstico fue propagándose, aunque lo que la sudorosa tucumanidad reclamaba era una solución. “Hay muchísimos barrios afectados”, se informó. Mal de muchos consuelo de tontos, fue la réplica.
Mientras tanto, las canillas de Lomas y de San José -de Tafí Viejo a Alderetes- estaban hermanadas en la sequía. En algunas zonas del Gran San Miguel salía un hilito de agua; de otras, un líquido de sospechoso amarronamiento. Los watsaperos respaldaron las quejas con fotos y videos.
En medio del griterío virtual surgió la pregunta: ¿será así durante todo el verano? El pronóstico anticipa meses de calor inhumano. En otras palabras, mayor consumo de electricidad y de agua para mitigarlo.
Lo que se nota en la ciudadanía es mucha preocupación. El sentido común le gana por nocaut al optimismo e indica que los cortes pueden naturalizarse. A esta altura del año no hay demasiado margen para pensar en planes de contingencia, todas las previsiones ya debieron haberse tomado. La cuestión es que ante la primera ola de calor en serio el sistema falló. Hay decenas de miles de tucumanos rogando porque haya sido sólo un accidente.
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