Con el pole dance, despertá tus instintos

Con el pole dance, despertá tus instintos

EN LA BARRA. Lucinda y su marido, un equipo. la gaceta / foto de diego araoz EN LA BARRA. Lucinda y su marido, un equipo. la gaceta / foto de diego araoz
26 Octubre 2014
Hoy vas a ser un gato. Caminá en puntas de pies, como lo haría un felino sobre una pared. Una pierna pasa por delante de la otra, una y otra vez. Apoyá tu mano derecha en el caño. Acaricialo. Luego, empezá a moverte más rápido: vas a necesitar de la fuerza centrífuga. Un paso, dos pasos, tres. Agarrate de la barra y ¡saltá! ¡Girá! ¡Volá! Y mientras das vueltas en el aire, abrazá el tubo con las piernas. Doblá tu cabeza hacia un costado, hasta recostarte en el suelo.

Ahora vas a ser una serpiente. De a poco, ponete de pie. Y llevá tu pecho hacia el caño. Apoyalo. Después tu panza. Y, finalmente, la pelvis. Hacelo como si fueras una víbora deslizándose sobre un tronco. Pecho, panza, pelvis. Repetí ese serpenteo. Y, al cabo, cuando te creas un animal salvaje, parate junto a la barra, enganchá tu axila en el acero frío. Y preparate para lo mejor. Vas a invertirte.

Es tiempo de ser un mono. Con tu brazo colocado como traba, sostenete del caño con ambas manos. Enseguida abrí tus piernas, como tijeras, y llevalas hacia arriba, con toda tu fuerza. Y así, en lo que dura un suspiro, te habrás colgado de la barra giratoria, con la cabeza hacia abajo y las piernas arriba.

¿Te ha gustado? Eso es pole dance. Una forma de vida. En Yerba Buena, al menos tres gimnasios han incorporado esta disciplina a sus prácticas aérea. Dice Lucinda Inés Santillán -instructora de pole dance desde hace cinco años- que la primera intención de sus alumnos es trepar lo más alto. Ella, no obstante, les enseña a hacerlo de a poco.

Luego vienen las primeras figuras acrobáticas. Debido a que incluye técnicas de acrobacia y de gimnasia artística, es una actividad deportiva de alto rendimiento. “El pole es un desafío con uno mismo. Para mí, es lo máximo. Ha significado mucho en mi vida. Cuando estoy en mi caño, siento que toco el cielo”, concluye Lucinda.

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