Neves y Rousseff, enfrentados por el mismo desafío

Neves y Rousseff, enfrentados por el mismo desafío

Los brasileños se vuelcan a las urnas hoy en la segunda vuelta de electoral. La presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff, y su adversario, el socialdemócrata Aécio Neves, continúan técnicamente empatados, según las preferencias remarcadas en las últimas encuestas. Están habilitadas para votar 142,8 millones de personas.

EN EL ÚLTIMO DEBATE. Aécio y Dilma se saludan, sin cruzar sus miradas. reuters EN EL ÚLTIMO DEBATE. Aécio y Dilma se saludan, sin cruzar sus miradas. reuters
26 Octubre 2014

Por Gretel Ledo, Master en Relaciones Internacionales de Europa-América Latina (Universidad de Bologna)

Los brasileños acuden hoy a las urnas en la elección más reñida en décadas. Fuera de todo pronóstico esperado, un nuevo actor se hizo paso en la primera vuelta de las presidenciales brasileñas. Aécio Neves, el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) arrasó a la ecologista Marina Silva con prácticamente 34% de los votos el pasado 5 de octubre. No tardó Silva en manifestar su amplio apoyo al senador y ex gobernador de Minas Gerais: “Le doy mi confianza a la sinceridad de los propósitos del candidato y de su partido, y entrego a la sociedad brasileña la tarea de exigir que sean cumplidos”, aseveró la líder del Partido Socialista (PS).

Lo cierto es que el nieto del político Tancredo Neves es concebido por la sociedad civil como elitista, asociándolo al liderazgo que tuvo el PSDB en el periodo 1995-2001 bajo la presidencia de Fernando Henrique Cardoso. Uno de sus mayores lemas es la eficiencia del Estado. Implicaría abrirse paso a una clara reducción del gasto público. Existe una fragante contradicción discursiva en boca de Neves, que pretende disminuir el déficit público manteniendo los actuales programas sociales. La crítica hacia gobiernos como los del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y la actual primera mandataria Dilma Rousseff, encuentran su eje central en el parate económico traducido en estanflación. Esa combinación que el mismo país padeció durante los ‘80 ha generado un desgaste en la credibilidad social hacia las instituciones políticas. Aún continúan siendo vidriera las altas cifras de desigualdad y pobreza en Brasil.

La realidad estructural no está generando las condiciones necesarias para la atracción de inversión extranjera directa hacia el país. En este sentido, tanto Rousseff como Neves deben alejarse del simple escenario nacional y hasta cierto punto local y reduccionista, para abrirse paso hacia el genuino crecimiento que viene de la mano de la inserción global. La integración regional es la punta de lanza que abre un nuevo proceso y oportunidad a la vez, para que Brasil lidere el Cono Sur.

Es preciso dejar de lado la construcción simbólica de un relato cargado de facilismo y pasar a las acciones concretas. Los brasileños claman a gritos por un Estado presente en la solución de problemas cotidianos que van desde la desigualdad social, el desempleo, la precarización laboral hasta la inseguridad. Esta suerte de estafa moral avasalla los derechos del electorado, quien se torna en rehén de una fragante mentira pasando a su vez del estadio de ciudadano al de consumidor. El elector se vende como mercancía apetecible en un sistema de mercado que ha desnaturalizado las reglas de la política.

El salto decisivo estará dado a partir del rol que cada candidato otorgue a la integración regional. Mientras Neves brega por una flexibilización del Mercosur al buscar la firma de acuerdos de libre comercio y el retorno hacia las relaciones con otras potencias eliminando en consonancia las nociones de diplomacia sur-sur; Rousseff, al contrario, apuesta hacia la consolidación y el fortalecimiento del rapporto (relación) gestado con los países de la región enfatizando su actuación en el grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

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